El viaje de Cristóbal Colón estuvo lleno de pasajes amargos. El navegante buscaba las Indias y tropezó con América. Buscaba iniciar su aventura y no conseguía el apoyo de la corona.
Y aunque su objetivo era encontrar una nueva ruta hacia China y Japón, «aquel universo pagano, donde estaban las más valiosas especias y que debía ser convertido a la fe y a la honra de las creencias cristianas», nada fue sencillo en torno al viaje de Cristóbal Colón que terminó en la conquista de todo un continente.
El viaje de Cristóbal Colón
En Portugal, donde se encontraba desde muy joven, había concebido la idea de su viaje al Asia, pero por Occidente. Sabía que la Tierra era esférica y que, navegando a través del Océano Atlántico más allá de las islas Canarias y de las Azores, encontraría la tercera ruta a Indias.
Ir a Oriente por Occidente, ése era su sueño y alcanzar así el reino del Gran Kan, de Catay, hoy China, del que ya tenía noticias por los viajes de Marco Polo.
Colón, cuyo origen aún es discutido por expertos que aseguran que nació en Génova, se había guiado en parte por las ideas del astrónomo italiano Paolo del Pozo Toscanelli, que había conocido en la corte de Portugal gracias a la influencia de su suegro, don Bartolomé Perestrello.
En 1474, Toscanelli había redactado una carta en la que exponía que la Tierra sólo tenía un diámetro de 29 mil kilómetros y que las costas de Portugal estaban más cerca del limite oriental de Asia de lo que muchos pensaban. Idea que, a su vez, era copia de lo antes dicho por Marino de Tiro.
Desde la Antigüedad los sabios, como Aristóteles, y luego los de la Edad Media y del Renacimiento, tenían el conocimiento de que al frente de Europa estaba la India oriental. Pero, ¿a cuánta distancia?.
El viaje de Cristóbal Colón se enfrentaba así a un nuevo obstáculo: Aquel cálculo no fue nunca el correcto y tampoco lo tuvo Colón quien partió convencido de que el trayecto era mucho más corto.
Los preparativos del viaje de Colón
Convencido Colón de que la travesía oceánica era no sólo posible, sino relativamente sencilla, usó de su influencia en la corte portuguesa para solicitar al rey Juan II que le facilitara los medios para navegar al oeste.
El monarca remitió sus proyectos a la Junta dos matemáticos, una especie de academia de cosmografía, que dictaminó negativamente por considerar que Colón estaba equivocado.
Tras su fracaso con Portugal, Colón intentó interesar a los reyes de España. Se trasladó en 1485 a Palos de la Frontera, un pequeño puerto andaluz ubicado a orillas del rio Tinto. Y fue allí donde tomó contacto con los monjes franciscanos del convento de La Rábida, los que en 1486 le consiguieron su primera entrevista con los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
Estos también sometieron la idea a una junta de expertos, la que tampoco la aprobó.
Además, los reyes de España estaban en esa época empeñados en una guerra contra el reino moro de Granada, para expulsar a los musulmanes de la península, lo que hizo que los planes de Colón quedaran muy postergados.
Durante siete años el navegante realizó gestiones inútiles para lograr sus intentos y fue sólo en 1491 que Fernando e Isabel decidieron escucharlo de nuevo y firmaron con él, en una Granada ya incorporada a la corona española, un verdadero tratado: las famosas Capitulaciones de Santa Fe (1492), en las que le aseguraban el título de Gran Almirante, el virreinato de las islas que descubriese y el monopolio del comercio. Se le facilitaban, además, los barcos y una subvención en dinero.