Un gran número de mitos y leyendas del descubrimiento de América, algunos adoptados de la antigüedad clásica y otros autóctonos, guiaron e impulsaron a los conquistadores hacia el nuevo Continente.
Muchas expediciones se hicieron en busca de estos mitos, y muchas de estas leyendas permitieron hacer geografía. Otras obedecían a una realidad deformada por la distancia y la imaginación. En conjunto llevan a concluir que la historia de la Conquista de América parece ser la historia de sus mitos y leyendas.
Mitos y leyendas del descubrimiento
Gigantes y pigmeos
La fábula de los gigantes es muy antigua; en América se difunde durante el descubrimiento. Se creía que las tierras que iban a descubrir estaban habitadas por seres extraños y deformes.
Al regreso de su primer viaje en 1493, Colón escribía a los Reyes Católicos: «En estas islas hasta aquí no he hallado hombres monstruos como muchos pensaban”.
Los primitivos mapas americanos inscribían la «isla de los Gigantes» y Américo Vespucio divulgaba esta leyenda por Europa. El historiador italiano Pedro Mártir de Anglería contaba hechos sorprendentes que le confiaban los conquistadores que volvían, de lugares descubiertos, hechos alusivos a la estatura de los indios.
Esta fábula perduró mucho tiempo en América. Cuando se intentó conquistar Perú creían que tenían que luchar contra gigantes.
En las regiones del Plata perduró esta leyenda, en cuya formación influyeron las leyendas clásicas y medievales y las tradiciones indígenas de la llegada a las costas del Pacífico de hombres providenciales llegados de Oceanía.
Caníbales americanos
Fue Colón el creador de la falsa existencia de los caribes o caníbales de América. Su fantasía y el convencimiento de que había llegado a Cipango y Catay le hicieron creer en estos hechos imaginarios que se apoyaban en la realidad de los indios antropófagos que, procedentes del Continente, venían diezmando a la población insular.
Como eran comedores de carne humana se les llamó caribes, y así se hizo realidad en América el mito clásico. En su diario los cita varias veces: «Porque todas estas islas viven con gran miedo de los canibas…”
Y agrega que «canibas no es otra cosa sino la gente del Gran Can (Kan), que debe ser aquí muy vecino».
La eterna juventud
Encontrar un elixir que mantuviese la eterna juventud ha sido el sueño de magos y alquimistas desde tiempos inmemoriales.
En América floreció este mito de la mezcla de tradiciones indígenas con el recuerdo de la leyenda medieval llevada por los conquistadores.
En la región del río Orinoco, los indios profesaban veneración a un árbol que llamaban «el árbol de la vida» que ha sido identificado como la palmera «moriche». Según la leyenda indígena, de los frutos de este árbol había vuelto a nacer el género humano destruido por el diluvio.
La fama o superstición de estos árboles (moriche, palo santo) fue extendida por los indígenas hasta las tierras lejanas de Florida. Este mito fue divulgado por Pedro Mártir de Anglería.
Desde entonces los cronistas se olvidaron del río y centraron las leyendas en la Fuente de la Eterna Juventud, que Anglería situó en una isla llamada Boyuca, Alias, Anneo, distante 25 leguas de La Española, y que el conquistador hispano Ponce de León iría a descubrir en 1512, topando la Florida.