Entre las esculturas encontradas en Micenas, la más importante es el relieve de la «Puerta de los Leones».
El arte griego
Las esculturas griegas se centraron en la figura humana. En el período arcaico, que se inició en el siglo VII a.C., aparecieron los principales tipos de esculturas, preferentemente de piedra tallada o de metal.
Las estatuas, que casi siempre estaban sobre tumbas, representaban mujeres y hombres, en su mayoría de tamaño natural. Destacan las estatuas de jóvenes atletas o kuroi, que están desnudos, y las representaciones femeninas o korai, que están vestidas. Fueron concebidas para una visión frontal; tienen los pómulos altos, grandes ojos resaltados y pelo cuidadosamente rizado.
Como relieve destacan los frontones del templo de Afaia en Engina.
Durante el período clásico, en el siglo V a.C., los escultores lograron dominar completamente este arte, lo que se manifestó en una gran expresividad y dramatismo, además de la búsqueda de la belleza. Sobresalieron Mirón, interesado por el movimiento, con su «Discóbolo»; Fidias, preocupado por la expresión ideal de la belleza y el equilibrio, autor del «Friso de las Panateneas» del Partenón; y Policleto, que se distinguió por la búsqueda de la proporción armónica del cuerpo.
Los relieves muestran una tendencia cada vez más marcada a subrayar la belleza, en particular en las representaciones femeninas. De gran hermosura son los frontones del Partenón, donde está representado el nacimiento de Atenea y su lucha con Poseidón.
En el siglo IV, Praxíteles, Escopas y Lisipo contribuyeron con su humanización de la escultura a la transición del idealismo clásico al realismo helenístico.
Posteriormente, en la escultura del período helenístico, aunque persistió el estilo clásico, como el de la «Venus de Milo», se prefirió una escultura menos idealizada, e incluso más dramática, dotada de gran dinamismo, como en el célebre «Laocoonte».
La escultura romana
El mundo romano tuvo sus precedentes en la cultura etrusca, caracterizada por una escultura funeraria y fantástica, cuyos mejores ejemplos son el “Sarcófago de Cerveteri” o la “Loba del Capitolio”. Sin embargo, lentamente empezó a adoptar las formas artísticas de la cultura helénica.
La escultura tuvo un fin público: dar a conocer a los héroes romanos, así como los eventos que hicieron la gloria de Roma. Los detalles y la fidelidad a la realidad son más importantes que el respeto de los cánones. La belleza convencional del arte griego se pierde en favor del testimonio y la verdad.
Los dos géneros escultóricos romanos de mayor desarrollo fueron el retrato y el relieve histórico. El retrato se caracterizó por su gran realismo, reflejado especialmente en los de emperadores. Incluso se señala que, debido a su seriedad, algunos retratos parecen verdaderos estudios psicológicos.
Los relieves históricos se caracterizaron por sus detalles narrativos y anecdóticos y un afán paisajístico, claramente visible en el «Ara pacis» o en la «Columna trajana», donde cada personaje tiene rasgos y expresiones individuales.
Tras la caída del imperio romano, la estética clásica no desapareció completamente, pero surgió una nueva iconografía, de motivación cristiana y mitológica, que tuvo su primer esplendor en la Edad Media.