Fue una reacción de la nobleza contra el barroco-clásico impuesto por la corte de Luis XIV. Es un estilo aristocrático que revela un gusto por lo elegante y refinado.
El término rococó viene de la palabras francesas rocaille (piedritas) y coquille (concha), elementos en los cuales se inspiran los primeros diseños. Esto, porque la forma irregular de los elementos naturales, como las conchas, las piedras marinas y las formas vegetales, llama la atención de los creadores.
El rococó es más bien un arte civil que un arte religioso: los temas son preferentemente mundanos y palaciegos. La escultura rococó es una curiosa mezcla de realismo y de idealización.
Era principalmente un estilo de decoración de interiores, en el que resaltan las formas curvas, onduladas y recargadas, con una gran asimetría (diferencias) de contornos y cromática (de colores), recargado en las formas y muy rico en detalles (especialmente en la arquitectura). Esta decoración incluye estucos y rejas forjadas.
También se lo define como un barroco extremadamente sensual y erótico, elegante y alegre.
El rococó pretende plasmar la realidad de cada personaje, por lo que se hicieron bastante bustos. Escultores como Juan Antonio Houdon (1741-1828), Juan Bautista Pigalle (1714-1785), Jean-Baptiste II Lemoyne, Franz Xaver Messerschmidt y Louis-François Roubiliac (1702-1762) realizaron retratos de toda la aristocracia cortesana europea.
Los escultores de esta época pudieron conseguir una expresión psicológica, sobre todo con un gran detalle de labios y ojos. Por medio de las sombras, lograron reproducir con extraordinaria belleza, los párpados y los globos oculares, que le daban una gran expresión y realismo a cada una de sus obras. Para su trabajo prefirieron materiales blandos, como el yeso y el barro.
Los escultores más importantes del Rococó son Étienne-Maurice Falconet, Augustin Pajou y los hermanos Coustou (Guillermo y Nicolás).