A fines de la Edad Media se desarrolló lentamente un movimiento que retornaba a los antiguos conocimientos y artes clásicos de Roma y Grecia. Esta corriente, originada en Italia, que abarcó la mayor parte de Europa y que tuvo grandes genios que la representaron fiel y magníficamente en sus obras, se llamó Renacimiento, y su principal fundamento filosófico fue el Humanismo, al focalizar al hombre en el centro de todas las cosas. Esta tendencia, extendida en los siglos XV y XVI, significó un cambio en todos los aspectos de la vida de la sociedad europea y fue la puerta de entrada a la Edad Moderna.
¿Por qué surgió el Renacimiento?
No hay que dejarse engañar por la palabra renacimiento, en el sentido de que antes de ese período las artes estaban poco desarrolladas o que no existían, y que después se produjo una repentina resurrección. La Edad Media había tenido su arte original, el arte ojival en la arquitectura. Del siglo XIII al XIV se construyeron grandes monumentos, como las catedrales francesas, que Europa entera imitó y que el Renacimiento no tuvo bastante poder para hacerlas mejores aún. Ese grado de perfección al que habían llegado las artes, principalmente en los siglos XIV y XV, motivaron a describir esos siglos como los precursores del Renacimiento.
El Renacimiento es el renacimiento de la antigüedad clásica, el regreso a las tradiciones griegas y romanas. Las obras de la época grecorromana eran desconocidas hasta entonces y abrieron a los artistas nuevas fuentes de inspiración. Otro factor que se sumó a crear este caldo de cultivo para el Renacimiento, fue la invención de la imprenta, que permitió la difusión rápida y casi universal de sus ideas y conocimientos.
Los últimos elementos decisivos en la gestación y apogeo de este movimiento fueron el desarrollo general de la riqueza en ciudades claves en la gestación del Renacimiento (que en esa época eran verdaderos estados aparte), como Florencia y Venecia, y la protección y los estímulos dados en todos los países a las artes por poderosos personajes llamados mecenas, que frecuentemente eran los mismos jefes de los Estados o los príncipes, papas y reyes.
También se produjo un cambio en las ideas. En la Edad Media, los hombres habían pensado más en el cielo que en la Tierra. Sometidos a la doctrina de la Iglesia católica, habían aceptado el lugar que el nacimiento y la tradición les habían impuesto en la sociedad.
Pero en el Renacimiento se entregaron a los goces de este mundo, se apropiaron del derecho a expresar sus ideas personales sobre la vida y la verdad, y lucharon por el poder y la gloria. Surgió un fuerte individualismo y nació un nuevo concepto de la libertad.
El fin justifica los medios
El Príncipe fue un tratado que revolucionó las ideas políticas de la época. Escrito por Nicolás Maquiavelo, se hizo eco de las tendencias individualistas que comenzaron a dominar las costumbres. En él, Maquiavelo expuso un conjunto de reglas y recomendaciones que debía seguir un político para vencer en las luchas por el poder. Según estas, la sociedad y los hombres no se regían por el derecho divino o la ley moral, sino que exclusivamente por las pasiones e intereses. El político no puede cambiar a los seres humanos, sino que los debe tomar como son y, por lo tanto, debe usar cualquier medio siempre que obtenga éxito. Eso dejaba abierta la posibilidad de utilizar el engaño, la mentira e, incluso, el asesinato, pues todo se justificaba si servía a los objetivos del gobernante para conservar y aumentar el poder. Para el político sólo debía regir la razón de estado.