En muchos hogares el poseer un computador es casi tan normal como tener un televisor.
Hasta los más pequeños saben de qué se trata. De hecho hay softwares (programas) con juegos didácticos para los niños en edad pre-escolar.
El resto de la familia lo usa para redactar sus informes, revisar enciclopedias digitales, escuchar música, jugar o conectarse a Internet. El correo electrónico, los chat (foros de conversación instantáneos a través de la red) y hasta las videoconferencias se han convertido en eventos cotidianos.
Los computadores, formados por miles de pequeñísimos circuitos electrónicos, no piensan como un ser humano, pero funcionan como un cerebro electrónico dotado de una gran capacidad de trabajo, que les permite interpretar y analizar de manera muy rápida la información que reciben.
Estas máquinas casi no tienen límites. Podemos escribir, dibujar, construir gráficos o tablas de datos, retocar imágenes, calcular, jugar, escuchar música o disfrutar de material multimedia (sonido, texto e imágenes fijas o en movimiento al mismo tiempo), guardar la información que nos interesa, generarla e incluso imprimirla.
Todo esto se logra mediante la combinación de softwares o programas, que son los que dan al computador las instrucciones para trabajar, y el hardware, conformado por los elementos materiales (componentes electrónicos, tarjetas, periféricos y el equipo) que permiten la instalación de los programas.
Su gran memoria puede almacenar miles de datos y realizar varias operaciones simultáneas.
Hoy, la misma capacidad del primer computador electrónico, el Eniac, fabricado en 1947 en Estados Unidos y que pesaba treinta toneladas, está contenida en pequeños circuitos integrados llamados chips, montados en una estructura tan grande como un insecto, el microprocesador.
Los computadores ayudan al hombre en casi todas las áreas, desde las más usadas técnicas a las más creativas, como son la contabilidad y el diseño gráfico. Incluso hay muchos trabajos manuales que se han automatizado y ahora son realizados por computadores o, mejor dicho, por robots dirigidos por estos. Un ejemplo clásico es el armado en serie de vehículos. A lo largo de una cadena de producción, varios robots programados para tareas específicas van ensamblando de manera continuada las distintas partes de cada auto.
Aunque estamos acostumbrados a que los computadores tengan pantalla y teclado, no siempre es así. Gracias a los microprocesadores es posible controlar el correcto funcionamiento de casi todas las máquinas o aparatos fabricados por el hombre. Están presentes en los paneles de control de los aviones, las naves espaciales y los satélites, en un reloj digital, en los autos, las lavadoras automáticas y los refrigeradores, en las máquinas fotográficas y de video, en los robots, la tecnología médica, en los sensores de fenómenos físicos como la temperatura, clima, erupciones volcánicas, vientos, temblores y en los sistemas automáticos que controlan la temperatura de las habitaciones, entre otros.
Hay computadores que pueden reconocer la voz de alguien, otros que permiten esquivar obstáculos hasta llegar a un objetivo, como ocurre con los misiles inteligentes, e incluso algunos que permiten simular situaciones con gran realismo, como las experiencias de realidad virtual o los simuladores de vuelo.
Además, enlazados por medio de redes de comunicación internas o intranets, los computadores permiten mantener interconectadas a las distintas filiales y empleados de una empresa, al sistema financiero, las entidades de seguridad pública o a cualquier sistema que requiera mantener información actualizada minuto a minuto. Por ejemplo, los medios de comunicación dependen en gran medida de las agencias de noticias, sobre todo cuando se trata de hechos sucedidos fuera del país, que por su lejanía son más difíciles o lentos de conocer.