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El imperio incaico estaba firmemente dominado por una teocracia sagrada e inviolable. El Inca, máxima autoridad política y religiosa, se consideraba hijo del Sol. Gobernaba asistido por una aristocracia selecta, llamada orejones, a causa de los adornos que deformaban sus orejas; además, se consideraba nobles a los generales y a los altos oficiales. No está probado que los amautas (maestros) y quipu-kamayoc (manejadores del quipu o sistema de contabilidad) fuesen miembros de esta casta.

Por debajo de esta aristocracia se encontraban los kurakas (o curacas), los señores. En una posición privilegiada se hallaba también la clase sacerdotal, integrada por el willaq uma (cabeza sagrada), las aqllas o escogidas y los sacerdotes. Luego, formando la base de esta pirámide social, estaba la masa del pueblo, dividida en llacta runa (originarios) y mitimaes (transplantados de otras regiones o pueblos).

Fuera de estas clases se encontraban los yanacunas o yanaconas (literalmente: los esclavos), que eran los vencidos y entregados en calidad de siervos para el trabajo de las chacras y para el servicio doméstico. Los trabajadores eran campesinos, pastores, tejedores y alfareros, fundamentalmente; asimismo, pero en un plano secundario, eran considerados los plateros, orfebres, picapedreros, etc.
Los Caminos del Inca

De la ciudad capital salían cuatro vías (caminos) principales, que formaban lo que se llamaba Caminos del inca, que atravesaban la sierra y llegaban hasta Quito (actualmente capital del Ecuador) y por el sur hasta Chile, con rutas transversales llegando hasta la Argentina. A lo largo de las calzadas se situaban los tampus o tambos, donde se guarecían los chasquis (servicio de correos consistente en un sistema de postas que se realizaba a pie). Se ha llegado a afirmar que por este medio el Inca comía pescado fresco, traído desde la costa. Muchas de las rutas costeras que más tarde pasaron a integrarse a los Caminos del Inca habían sido construidas por los chimú.

Los caminos del inca aún zigzaguean a través de las montañas, las suben en forma de escalinatas o, simplemente, las atraviesan por medio de túneles. Allí donde no cabía otra posibilidad, levantaban puentes colgantes construidos por cinco gruesos cables de fibras vegetales.

¿Cómo se derrumbó este imperio?

Evidentemente nuevo, en el primer tercio del siglo XVI el imperio inca aún estaba en proceso de evolución. La paz e integración de sus fronteras, manifestadas en las últimas construcciones que carecen de fortificaciones, permitían limar imperfecciones de una administración que descansaba en la mutua vigilancia entre superiores y dirigidos.

Un grave vacío en la misma administración aceleraría el proceso de ruptura. Huayna Cápac murió sin designar heredero entre sus hijos Huáscar y Atahualpa. Los sucesos siguientes son bien conocidos. Estalló la guerra civil. El imperio se dividió en dos bandos cuyas cabeceras estuvieron en Cajamarca y el Cuzco. En esas circunstancias, no era difícil que la pequeña y cansada hueste de Francisco Pizarro pudiese avanzar libremente hasta la misma capital imperial y, al matar al Inca, dejarlo sin su cabeza.

Los reyes del incario

Durante el período incaico gobernaron catorce incas, que se llamaron:

* Manco Cápac
* Sinchi Roca
* Yoque Yupanqui
* Mayta Cápac
* Cápac Yupanqui
* Inca Roca
* Yahuar Huaca
* Wiracocha
* Pachacutec
* Amaru Inca Yupanqui
* Tupac Inca Yupanqui
* Huayna Cápac
* Huáscar
* Atahualpa

Un imperio sin nombre

El imperio de los incas nunca tuvo un nombre determinado. A veces se le ha aplicado el nombre de Tahuantinsuyo, pero este término nunca significó “los cuatro estados unidos” ni “unión de las cuatro regiones”.

La voz suyo no equivale a región o estado, sino a “surcos”; los cuatro suyos son los cuatro puntos cardinales: Chinchasuyo (norte), Collasuyo(sur), Antisuyo (este ) y Contisuyo (oeste). Esto significaba Tahuantinsuyo o el Mundo, del cual el Inca se consideraba señor desde su capital, Cuzco, centro del mundo.

Una historia anudada

Es asombroso descubrir cómo los incas, que no contaban con un sistema de escritura, pudieron inventar una forma de “anotar” datos importantes para el buen funcionamiento del imperio. Se trató de los quipus, una serie de cuerdas anudadas, de diferentes colores y espesores, donde los funcionarios reales registraban información de lo que ocurría en el territorio inca, como nacimientos, defunciones o cantidad de alimentos y armas almacenados.

Gran parte del complejo sistema administrativo de esta civilización se basaba en la información estadística que se consignaba en los quipus. Los datos del quipu-kamayoc (manejadores del quipu o sistema de contabilidad) determinaban casi la totalidad de las decisiones del emperador.


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