El siglo XVIII, Siglo de las Luces, se abrió a la influencia de la Ilustración europea, la cual también llegó a las colonias españolas. Sin embargo, debido al tradicionalismo imperante, todas aquellas objeciones a cuestiones religiosas fueron censuradas. El espíritu ilustrado se tradujo en el desarrollo de formas más eficientes de administrar el Estado, lo que se plasmó en modificaciones conocidas como reformas borbónicas, que buscaban acentuar el control estatal sobre las colonias y aumentar la producción económica. Con estos objetivos se crearon nuevos virreinatos (el de Nueva Granada y Río de la Plata), se reformó el sistema administrativo y se liberalizó el comercio.
En este período, bajo el poder de Felipe V, la calidad del personal administrativo que llegó a Chile mejoró. Los gobernadores fueron más competentes y trabajadores, destacando nombres como José Antonio Manso de Velasco (1733-1745), Manuel de Amat y Junient (1755-1761), Antonio de Guill y Gonzaga (1761-1768) y Ambrosio O’Higgins (1788-1796).
Ambrosio O’Higgins fue el más importante de estos. Padre de Bernardo O’Higgins, nació en Irlanda y se trasladó a España cuando cumplió los 29 años, luego de que, como católico, sufriera las persecuciones del protestantismo en Gran Bretaña. A los 36, viajó a Buenos Aires, para dedicarse al comercio. Más tarde, llegó a Chile contratado por su compatriota Juan Garland, para hacerse cargo de las fortificaciones de Valdivia, donde inició su carrera militar-funcionaria. Fue comisario de guerra, capitán y teniente coronel, brigadier, general, intendente de Concepción, gobernador de Chile y virrey del Perú.
Dentro de su gobierno realizó varias obras públicas:
-Casetas para los viajeros entre Mendoza y Santiago
-Trazado del camino entre Santiago y Valparaíso
-Construcción de los tajamares del río Mapocho, para evitar las inundaciones
-Continuó con los trabajos de la Casa de Moneda
-Restauración de la fachada de la Catedral de Santiago
-Fundación de las villas de Illapel, Combarbalá y Vallenar, Santa Rosa de los Andes, San José de Maipo, Constitución, San Ambrosio de Linares y Santa Luisa de Parral.
-Ordenó el repoblamiento de Osorno en 1796
En el umbral de la Independencia
En el siglo XIX Chile se vio invadido por una gran epidemia de viruela, que causó estragos en la población. Mientras, en Europa, los hechos giraban en torno a la Revolución Francesa, y en España Carlos IV dejaba el gobierno en manos de sus favoritos.
Independencia, Luis Muñoz de Guzmán (1802-1808), quien celebró en 1803 el último parlamento de Negrete con los mapuche; continuó la construcción de las obras publicas que dejaron a medias sus antecesores e inició los trabajos del nuevo edificio de la Real Audiencia, la Aduana, el Hospicio y el Tribunal del Consulado (hoy sede del Museo de Arte Precolombino). Además, introdujo la vacuna contra la viruela.
Gobernadores ilustrados
A diferencia de los gobernadores anteriores, los que fueron nombrados en esta época se caracterizaban por conocer las necesidades de Chile. Veamos quiénes fueron:
-Juan Andrés de Ustáriz (1709-1716)
-Gabriel Cano y Aponte (1717-1733)
-José Antonio Manso de Velasco (1737-1744)
-Domingo Ortiz de Rozas (1745-1755)
-Manuel de Amat y Junient (1755-1761)
-Antonio de Guill y Gonzaga (1762-1768)
-Juan de Balmaceda y Censano (1769)
-Francisco Morales Castejón y Arroyo (1770-1772)
-Agustín de Jáuregui y Aldecoa (1772-1780)
-Tomás Alvarez de Acevedo (5 meses)
-Ambrosio de Benavides (1780-1787)
-Ambrosio O’Higgins (1788-1796)
-Gabriel de Avilés y del Fierro (1796-1799)
-Luis Muñoz de Guzmán (1802-1808)
El periodo ilustrado
En este siglo, la monarquía absoluta alcanzó su apogeo en Europa. Al mismo tiempo, comenzó a desarrollarse un movimiento intelectual racionalista que atacaba a la religión y de paso al poder monárquico, denominado el Siglo de las Luces o Ilustración. Con esto, muchos monarcas se vieron obligados a buscar un equilibrio entre lo que hasta ahora era la tradición y la reforma racionalista.
Así surgió el despotismo ilustrado, lo que se simbolizó con la frase «todo por el pueblo, pero nada con el pueblo». En América se manifestó en la designación de funcionarios eficientes para desempeñar los más altos cargos administrativos, sin practicar el favoritismo hacia ciertas personas.
Expulsión de los jesuitas
Durante la época del despotismo ilustrado, la Compañía de Jesús criticó fuertemente el sistema de la monarquía absoluta y la teoría sobre el origen divino del poder. Esto, unido al gran poder que estos ejercían sobre funcionarios y gente ilustrada de la época, más la riqueza acumulada y la influencia de sus establecimientos educacionales en las juventudes, llevó a Carlos III a expulsarlos de todos sus dominios y confiscar sus bienes.
En ese tiempo gobernaba Antonio de Guill y Gonzaga, quien tuvo la misión de llevar a cabo la orden emanada desde España. Los 352 jesuitas que quedaban en Chile abandonaron las tierras en medio de airadas protestas contra la burocracia real. Su expulsión tuvo fuertes repercusiones en la economía y educación del país.