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Nació en Santiago, el 6 de mayo de 1801.

Estudió en el Real Colegio Carolino, en el Instituto Nacional y en la Universidad de San Felipe.

Fue secretario de la Legación de Chile en Estados Unidos. En 1829, asumió como encargado de negocios en Francia y, en 1830, fue embajador en Argentina.

Fue diputado por Santiago (1834-1837), Puchacay (1840-1843), Curicó (1843-1846) y de nuevo por Santiago (1849-1852).

Además, fue vicepresidente y presidente de la Cámara de Diputados en dos ocasiones. También fue electo senador (1852-1861) y vicepresidente del Senado, en varias ocasiones.

Fue consejero de Estado durante la presidencia de Montt.

El 18 de septiembre de 1861 ganó la elección presidencial, igual que en 1866, para un segundo período, hasta 1871.

Posteriormente, fue senador (1873-1882) y presidente del Senado.

Murió en Santiago, el 1 de junio de 1889.

Acuerdos políticos

Aunque era miembro del Partido Nacional, José Joaquín Pérez fue electo con el apoyo de todos los partidos políticos. Su primer gabinete estuvo integrado por liberales, conservadores y nacionales.

Para restablecer la tranquilidad tras la revolución de 1859, se dictó una ley de amnistía (1861), que benefició a todos los desterrados por causas políticas desde 1851.

En 1862, el Partido Nacional se dividió, distanciándose del gobierno, al igual que un grupo de liberales. Los liberales disidentes formaron el Partido Radical, liderado por Pedro León Gallo y Manuel Antonio Matta. Proponían reformar la Constitución de 1833, propiciaban la enseñanza laica, la descentralización administrativa y la libertad electoral.

En 1864, la Fusión Liberal-Conservadora obtuvo mayoría en el Congreso. Pérez formó su segundo gabinete con miembros de esta coalición.

Pacto limítrofe

En 1866, Chile y Bolivia suscribieron un tratado de límites, por el cual la frontera se estableció en el paralelo 24º de latitud sur.

Además, se determinó que ambos países compartirían en partes iguales los derechos de exportación del guano y los minerales extraídos en el territorio comprendido entre los paralelos 23º y 25º.

Un año después, algunos empresarios chilenos fundaron la ciudad de Antofagasta e iniciaron la construcción del primer ferrocarril de la zona.

Agitación bélica

Desde mediados del siglo XIX se desarrolló en nuestro país un sentimiento americanista que no se percibía desde los tiempos de la Independencia.

Intelectuales y políticos, entre los que se contaban Manuel Antonio Matta y José Victorino Lastarria, apoyaban la cooperación y hermandad entre los países del continente y miraban con suspicacia los acontecimientos que daban cuenta de una inminente arremetida colonizadora europea.

Las condiciones, entonces, fueron favorables para que Chile se involucrara, en un primer momento por solidaridad, en un conflicto armado que comenzó fuera de los límites del país y que terminó con el bombardeo de Valparaíso.

El 30 de abril de 1862 se conoció en nuestro país la noticia de que las islas Chincha, pertenecientes al Perú, habían sido invadidas por fuerzas españolas.

La potencia europea aún no reconocía la Independencia del país vecino, alegando una deuda pendiente desde los tiempos de la Colonia y que saldaría apoderándose de la riqueza natural con que contaban las islas y la principal fuente de recursos económicos del Perú: el guano.

Ante estos graves hechos, nuestro país se colocó en alerta. Solidarizó con Perú y criticó el accionar de España, considerándolo como un atentado en contra de la soberanía de los estados americanos.

El conflicto, entonces, fue solo tratado a nivel diplomático, realizándose, en 1864, un Congreso de Delegados americanos para revisar el tema, en el que participaron, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Argentina y Guatemala.

Si bien los ánimos se pacificaron y se suscribió un acuerdo bilateral entre España y Perú, existía una evidente molestia por parte de los españoles ante la actitud de Chile, lo que derivó en el envío de un documento donde se le exigía al gobierno chileno la rendición de honores a España, con 21 cañonazos en el puerto de Valparaíso. La reacción de nuestro país no se hizo esperar y, previa aprobación del Congreso, el presidente José Joaquín Pérez declaró la guerra a España, el 25 de septiembre de 1865.

De inmediato, los buques españoles bloquearon los más importantes puertos del país, entre los que se contaban Valparaíso, Talcahuano, Coquimbo y Caldera. En medio de este despliegue, el comandante chileno Williams Rebolledo logró emboscar y capturar a la goleta española «Covadonga», en el combate naval de Papudo, 26 de noviembre de 1865. Esto no solo representó un importante triunfo para la Escuadra nacional, sino que también significó un fuerte golpe anímico para los soldados españoles, ya que perdieron a su principal conductor, el comandante Manuel Antonio Pareja, quien, después de la derrota, se suicidó.

Tras ello, Chile consiguió el apoyo de otros países americanos, los que impidieron en sus puertos el abastecimiento de los españoles y continuó con una seguidilla de triunfos, entre los que destacaron los combates de Abtao (7 de febrero de 1866) y Huito (2 de marzo de 1866). Las fuerzas españolas se veían complicadas en un accionar sin sentido. Sin embargo, las instrucciones provenientes de la península Ibérica fueron estrictas: debían vengar la deshonrosa afrenta y, para ello, una de las mejores opciones era bombardear el puerto más importante del país, Valparaíso.

Es así como el 31 de marzo de 1866, ciertos puntos estratégicos de la porteña ciudad eran devastados por el ataque español. La aduana, la bolsa y la Intendencia fueron algunos de ellos, iniciándose un incendio de proporciones, que dejó graves pérdidas económicas en la ciudad y motivó el repudio de la población nacional ante la acción de los españoles. No contentos, la escuadra española intentó repetir esta acción en Callao, donde encontró la resistencia de las fortalezas peruanas, por lo que, finalmente se retiraron rumbo a las Filipinas, absolutamente derrotados.

Si bien el 11 de abril de 1871 nuestro país firmó un armisticio con España, Perú, Bolivia y Ecuador, recién el 12 de julio de 1883, Chile ratificó el tratado de Paz y Amistad con España.

Ocupación del territorio

También durante el gobierno de José Joaquín Pérez se inició una importante empresa colonizadora que, años más tarde, configuraría una nueva fisonomía territorial. Todo ello a partir de la aparición de un anecdótico personaje en el sur del país.

A fines de 1861, Orelie Antoine de Tounens, de nacionalidad francesa, se asentó en la Araucanía y se autoproclamó rey de la zona y de la Patagonia.

Aprovechando la escasa presencia de chilenos en la zona, que abarcaba entre los ríos Biobío y Toltén, el aventurero logró convencer a algunos caciques que aún resistían la autoridad chilena, y organizó una especie de reino en la zona.

Tras dos años de agitaciones y revueltas, fue detenido por las tropas que comandaba el coronel Cornelio Saavedra, siendo juzgado y desterrado a su país de origen. Pero, más allá de transformarse en una extraña anécdota de nuestra historia, la acción del aventurero francés motivó al gobierno para que incorporara la zona a la soberanía nacional. Así, en 1862, se inició la primera acción oficial para integrar la Araucanía, a cargo del coronel Saavedra. Comandando casi 1.500 hombres, el militar logró avanzar de forma paulatina hacia el sur del Biobío, fundando, en una primera etapa, las localidades de Mulchén, Angol y Lebu. Desde ahí, la línea de frontera se desplazó hasta el río Malleco, entre los años 1867 y 1868, afianzando la presencia de tropas nacionales con la creación de fuertes en Collipulli (1867), Cañete (1868) y Purén y Lumaco (1869).

Cambios legales

Durante la presidencia de Pérez se aprobó:

La libertad de cultos (1865). Se dictó una ley interpretativa de la Constitución, respecto al establecimiento de la religión católica como oficial del Estado. Esta declaró que los no católicos podían ejercer su culto en recintos privados y sostener escuelas particulares para la educación de sus hijos conforme a sus creencias.

Un nuevo Código de Comercio (1867). Esta codificación, que estuvo a cargo de José Gabriel Ocampo, reemplazó a la legislación vigente desde la época colonial.

La prohibición de reelegir al Presidente de la República por dos períodos consecutivos (1871). Esta fue la primera reforma a la Constitución de 1833, que además se mantuvo en las de 1925 y 1980. Terminaron los decenios presidenciales.

Exposición internacional

En el año 1869, se efectuó, en Santiago, por primera vez la “Exposición Agrícola y Ganadera Internacional”.

En este gran evento participaron 28 países y se exhibieron alrededor de 200 animales, 500 máquinas agrícolas y cerca de mil productos. La exposición fue tan exitosa que se vendió toda la maquinaria.

Lugares de reunión

En 1864, Manuel José Irarrázabal creó el Club de la Unión, integrado solo por hombres. Semejante a los clubes privados ingleses, se convirtió en un espacio para que el sector conservador se reuniera en forma periódica, tanto de manera social como para discutir sobre política.

Sus primeros socios fueron los personajes que hicieron su fortuna gracias a la explotación minera de Copiapó y Chañarcillo. Con el tiempo, este club se convirtió en el centro de reunión de los políticos aristocráticos.

En oposición al anterior, en 1868 se abrió el Club de la Reforma. Fue creado por los sectores más reformistas de la política chilena, representados por avanzados del Partido Nacional, como José Manuel Balmaceda, Vicente Reyes, Jerónimo y Tomás Urmeneta, los Arteaga Alemparte y los Matte; además de radicales, como Enrique Mac-Iver y Abraham Köning, y liberales reformistas.


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