La calabaza
El término «Jack of the Lantern» («Jack de la linterna») remite a una extraña historia ocurrida en una ciudad lejana de todo lo conocido. Allí vivía Jack, un muchacho muy malo y egoísta al que todo le disgustaba. Lo único que quería y respetaba era su plantación de calabazas, la más bonita y única en la región. A pesar de que a menudo las calabazas se echaban a perder, el muchacho nunca se deshacía de ellas.
Una noche muy fría de octubre, varias brujas se reunieron para preparar la sopa de Halloween. Repentinamente se dieron cuenta de que les faltaba una calabaza para que la sopa estuviera perfecta. Pensaron y pensaron hasta que decidieron ir a pedirle una a Jack.
A pesar de que golpearon la puerta un largo rato, Jack se negó a atenderlas, pretendiendo que no las escuchaba. Cansadas de la actitud del pequeño, la bruja más vieja y fea decidió prepararle un hechizo. Encendió una vela que puso sobre el suelo y le colocó delante una calabaza. Cuando todo estaba listo, llamó a Jack y le pidió que saltara sobre la vela. Jack obedeció y saltó. Pero su aterrizaje fue algo misterioso: cayó dentro de la calabaza y desapareció.
Ese día la calabaza adoptó rasgos semejantes a los de un rostro humano: tuvo ojos, boca, nariz y orejas y una vela que la alumbrara desde su interior. Las brujas, satisfechas por haber creado la primera «calabaza linterna» de Halloween, volaron en dirección a la luna.
Las brujas
Cuenta la leyenda que las brujas se reunían dos veces por año, en coincidencia con cada cambio de temporada: el 30 de abril (víspera de mayo) y el 31 de octubre (víspera santa).
Convocadas por el diablo, llegaban en sus escobas para participar de cada una de las fiestas en las que preparaban y aprendían nuevos hechizos y maleficios. Además, aprovechaban ese tiempo para adoptar distintas formas y hacer miles de travesuras.
Los que más saben de brujería dicen que basta con ponerse la ropa al revés y caminar hacia atrás la noche de Halloween para que una de ellas aparezca y se deje ver.
Gatos negros
Sobre la historia de los felinos hay muchas teorías, pero la más conocida es la que afirma que son las mismas brujas las que se transforman en gatos negros.
Aprovechan su disimulado atuendo y se pasean tranquilamente por la ciudad. Por eso, las tradiciones de Halloween aconsejan que si uno de estos animales se cruza por delante de una persona -sobre todo de noche-, inmediatamente tiene que dar siete pasos hacia atrás ¡o la mala suerte no la dejará en paz!.