El forzudo Heracles
Hijo de Zeus y Alcmena, y Hércules para los romanos, desde la cuna demostró su poder al matar a dos serpientes enviadas por Hera, celosa de la infidelidad de Zeus. Al crecer y después de dar diferentes pruebas de sus colosales fuerzas -entre ellas matar al león del Citerón, con cuya piel se vistió siempre-comienzan sus famosos doce trabajos impuestos por Euristeo, rey de Micenas y Tirinto.
Estas difíciles tareas le fueron impuestas como expiación por haber matado a sus propios hijos en un rapto de ira. Entre estas pruebas se pueden mencionar:
La Hidra de Lerna
Esta bestia con forma de serpiente tenía numerosas cabezas, que al cortárselas volvían a surgir. Heracles decidió cercenarlas de un solo golpe, y ayudado por su fiel sobrino.
La cierva de los cuernos de oro
Otro de sus trabajos consistió en atrapar viva a una cierva que tenía cuernos de oro y patas de bronce, además de ser sumamente veloz. Un año se demoró en hacerlo.
Los establos
Augias, rey de Élida, tenía un rebaño de tres mil vacas cuyos establos no habían sido limpiados en 30 años. Heracles solucionó el problema en un día, desviando las aguas de dos ríos para que inundaran el lugar y arrasaran los excrementos.
Además de los doce trabajos, este héroe realizó muchas otras hazañas antes de que fuera llevado al Olimpo por Atenea, donde los dioses lo recibieron encantados y Hera se reconcilió con él. Zeus le entregó por esposa a su propia hija Hebe, diosa de la juventud.
Perseo contra Medusa
Perseo era hijo de Dánae y de una lluvia de oro, que es en lo que se convirtió Zeus para poder entrar por una ventana en la torre donde la tenía encerrada su padre Acrisio, rey de Argos. El monarca hizo eso debido a que una profecía le anunció que sería asesinado por un nieto. Al descubrir que Dánae había tenido a Perseo, los expulsó a ambos del reino.
Ya crecido, Perseo fue enviado por el rey Polidectes a matar a Medusa, una de las tres Gorgonas, la cual transformaba en piedra a quien ella mirara. El rey quería alejar a Perseo de él, debido a que se había enamorado de Dánae y le molestaba su presencia.
Perseo, con la ayuda de Atenea y de Hermes, logró matar a Medusa, mirando solo su reflejo en un escudo muy pulido.
Más tarde, Perseo convirtió en piedra a Polidectes, mostrándole la cabeza de Medusa. Reunido con su madre nuevamente, regresaron a Argos. Sin embargo, Acrisio había desaparecido. Un día, mientras Perseo participaba en una competencia atlética lanzando el disco, este fue a dar accidentalmente a las tribunas y golpeó mortalmente a Acrisio, quien había ido de incógnito a presenciar los juegos. Después de todo, la profecía se cumplía igual.
Esta historia representa el coraje y la audacia del hombre griego frente a la soberbia, codicia, egoísmo y agresividad, simbolizada por Medusa.
El vellocino de oro
Este mito se inicia cuando Jasón reclama el trono de Yolco, en Tesalia, a su tío Peleas, quien había matado al padre de Jasón, legítimo rey de ese país. Peleas consintió en dejar su reino, pero no antes de que Jasón le trajera el Vellocino de oro, una piel de un carnero alado con lanas de oro.
El joven, de veinte años, construyó el barco Argos y reunió a los héroes más importantes, los argonautas, como Orfeo (eximio músico), Heracles, Teseo, entre otros, e inició la aventura, la cual representa el desarrollo de la navegación griega y su lucha por el dominio del comercio en el Mar Negro.
Luego de superar innumerables peligros, llegan a Cólquida, donde se encontraba la piel. Su rey, Aetes, impuso como pruebas a Jasón uncir a dos bueyes de pezuñas de bronce y aliento de fuego y arar un campo con ellos; y matar un horroroso dragón, sembrar sus dientes en el campo arado y vencer a todos los guerreros que de ellos surgieran.
Jasón lo logró con la ayuda de la magia de Medea, hija de Aetes, quien se había enamorado del héroe.
Como Aetes siguiera negándose a entregar el vellocino, Jasón lo robó y huyó con él, mientras Medea dormía al dragón que lo custodiaba.
Ya en su patria, Jasón recuperó su trono, nuevamente gracias a Medea, porque Peleas no quiso cumplir su parte del trato.
Teseo y el Minotauro
Teseo era el héroe ateniense más popular; representaba la sabiduría de esa región. Entre sus numerosas hazañas, la más conocida es en la que venció al Minotauro, criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro, quien vivía en el laberinto de Cnosos, en la isla de Creta.
Gracias a la ayuda de Ariadna, la hija de Minos, rey de Creta, pudo lograr su victoria. Ariadna le dio un ovillo de lana para que con esta marcara el camino de regreso a medida que avanzaba por el laberinto en busca del Minotauro, a quien finalmente encontró y mató. Así liberó a Creta de la obligación de llevarle cada año a la bestia siete doncellas y siete muchachos para que se los comiera.
El vuelo de Dédalo e Icaro
No obstante ser un gran arquitecto y escultor ateniense, Dédalo era prófugo de la justicia, pues lleno de envidia por las cualidades artísticas de su sobrino Talo, lo mató. Así llegó a Creta, donde fue protegido por Minos, quien le encargó la construcción del famoso laberinto para el Minotauro.
Sin embargo, luego de divulgar cómo se podía escapar de allí, Minos lo encerró en el mismo laberinto. Con la idea de huir, Dédalo supuso que lo mejor sería por aire, para lo cual construyó un par de alas con grandes plumas para él y su pequeño hijo Ícaro, las que pegó con cera.
Luego de escapar volando, Icaro se sintió con mucha confianza y comenzó a subir cada vez más, pese a las advertencias de su padre. Ícaro llegó tan cerca del Sol, que este le derritió la cera de sus alas, por lo que las plumas se dispersaron por el aire y el niño cayó al mar, donde murió. De esta forma, Dédalo pagó el crimen que había cometido contra Talo.