El pueblo mapuche se identificaba fuertemente con la naturaleza. Por lo mismo, desde que el niño era pequeño, padre y madre lo llevaban a diferentes lugares. La madre era la encargada de la alimentación, vestimenta y limpieza de sus hijos, así como también de preservar la cultura.
El padre enseñaba a sus hijos las tareas relacionadas con el campo, como buscar las ovejas, sacar el cuero de los animales, cortar leña, hacer pan o buscar agua.
Admitían la poligamía, por lo que era habitual que los hombres tuvieran cuatro o cinco mujeres. A mayor cantidad de mujeres, mayor cantidad de bienes, pues ellas tejían mantas, cultivaban y cuidaban a los animales.
Las familias mapuche habitaban en una vivienda denominada ruka, fabricada con postes de madera y tapizada de paja o totora. La ruka no tenía ventanas, y en el centro se colocaba la fogata, que ardía permanentemente, evacuándose el humo a través de un agujero ubicado en el techo.
Ceremonias rituales: machitún y nguillatún
La base de los ritos mapuches era la rogativa o petición. La ceremonia del nguillatún tenía por objeto pedir al Pillán y al totem que beneficiaran al pueblo con lluvias, cosechas abundantes, el aumento del ganado y otros favores.
La ceremonia del machitún se efectuaba para sanar a algún mapuche enfermo. Para ello intervenía un curandero llamado machi, al que se le atribuía poderes sobrenaturales que le permitían comunicarse con los espíritus. En el rito, el machi colocaba hojas de canelo -considerado como el árbol sagrado mapuche- y las encendía mientras realizaba cantos y danzas alrededor del paciente al son del kultrún, un tambor utilizado para invocar la ayuda de los pillanes bienhechores. Así, cuando la ruca se llenaba de humo, el machi, usando sus conocimientos de hipnotismo, creaba un fenómeno de alucinación colectiva, y fingía clavar un cuchillo en el enfermo. Después «urgaba» en el interior del mismo y les mostraba a los parientes la causa del mal, representada en lagartijas o insectos.
Finalmente, recetaba hierbas medicinales, como boldo, bailahuén, maitén, quillay y arrayán, entre otras.
Un elemento importante en el machitún era el rehue, un poste tallado donde el machi imploraba la ayuda de los espíritus.
Pérdida recompensada
Como la mujer era una importante figura en la actividad económica de la tribu, cuando una de ellas llegaba a casarse, el padre debía ser recompensado por la pérdida. Así, el precio se arreglaba entre el novio y su futuro suegro, después de lo cual los parientes del novio raptaban a la novia, simulaban un combate y finalmente todo acababa en una gran fiesta.