Los chonos (pescadores) se mezclaron con los cuncos (agricultores), imponiendo su carácter de pueblo marítimo. Practicaban la pesca y también la cacería de lobos marinos, para lo que utilizaban las embarcaciones construidas por ellos, llamadas dalcas. Estas eran tres tablones que habían sido curvados con agua y con fuego, y que estaban unidas entre sí mediante fibras vegetales.
Habitaron la parte del sur austral, incluyendo los actuales Archipiélagos de los Chonos y de las Guaitecas, donde navegaron por los canales y por el tempestuoso Golfo de Penas.
Su organización social consistía en bandas muy pequeñas que sólo se mantenían permanentemente unidas a nivel familiar. Las mujeres participaban en actividades económicas básicas, mariscando en las playas; criaban perros lanudos, cuyo pelo era aprovechado para fabricar telas muy toscas.
La alfarería aparentemente les fue desconocida, pero fabricaron lanzas, masas o garrotes, anzuelos de madera y redes de fibra vegetal.
Cuando los chonos no estaban navegando, vivían en armazones de cuero y madera o en cavernas naturales.
Durante los días más fríos o lluviosos colocaban carpas de cuero de lobo marino, hechas con un armazón de palos en forma de colmena. En el verano se trasladaban a las caletas, donde pescaban y marisqueaban; conservaban las especies recolectadas ahumándolas.
A la llegada de los españoles, los chonos habitaban entre el archipiélago de las Guaitecas y el itsmo de Ofqui. Los jesuitas trasladaron por el año 1710 alrededor de 300 familias desde Aisén hasta la Isla Guar. Ocho años después los llevaron a las desiertas islas de Chaulinec y Apiao, desde donde pudieron mantener contacto comercial con los habitantes del resto del archipiélago.
Los conocimientos marítimos que tenían los convirtieron en los guías de las expediciones españolas a Aysén y Magallanes.
Hoy los chonos son un pueblo extinguido.
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