A petición del empresario salitrero Augusto Bruna, el edificio fue encargado a Julio Bertrand entre 1916 y 1921. El joven arquitecto venía llegando de París tras estudiar en L’Ecole Special de Arquitecture.
El Palacio Bruna fue el legado arquitectónico del Grupo de los Diez, agrupación intelectual de principios de siglo, amantes de la literatura, el arte y la arquitectura.
Cuando Bertrand fallece abatido por la tuberculosis lo sucede Pedro Prado quien respetó la idea de su compañero.
El Palacio Bruna es una construcción inspirada en el Renacimiento italiano. Uno de los detalles que destaca es el friso con guirnaldas que recorre todas las fachadas. Presenta tres niveles y sus pisos son de madera importada directamente de Europa.
También se utilizó mármol negro y verde para cubrir algunas superficies.
En 1922 el inmueble pasó a ser la residencia del Embajador de Estados Unidos en Chile y en 1962 se transforma en el Consulado de ese país. Finalmente en 1995 la Cámara Nacional de Comercio adquirió el Palacio Bruna convirtiéndolo en sede del organismo. La restauración de las dependencias, para las nuevas funciones, la hizo el arquitecto Luis Alberto Derraïdou.
