Skip to main content

El escritor chileno Jorge Edwards, Premio Cervantes en 1999, presentó en Chile el libro «Cartas y Poemas«, de Neruda, que contiene escritos inéditos del autor a Albertina Azócar, uno de los grandes amores de su vida. «Estos papeles son el testimonio de una experiencia límite, son el testimonio de un gran escritor y de un gran amor», dijo Edwards.

Neruda conoció a Albertina Azócar en 1921 en un antiguo Instituto de Pedagogía ubicado en pleno corazón de Santiago, y ahí comenzó una relación muy apasionada, «llena de altos y bajos», sostiene el escritor.

Según Edwards, los escritos permiten adivinar que Albertina era una mujer discreta e inteligente, pero que a la vez inspiraba un gran silencio al autor. Cuando Pablo Neruda se encontraba como cónsul en Ceylán, en diciembre de 1929, le escribió desesperadamente a su amada: «me estoy cansando de la soledad, y si tú no vienes, trataré de casarme con alguna otra«. Albertina Azócar jamás llegó y el poeta se casó con la holandesa María Antonieta Hagenaar. No obstante, el amor de Neruda por la joven chilena dio origen a célebres versos que se plasman en este escrito.

El libro reproduce 35 cartas, escritas entre 1922 y 1932 desde diferentes puntos: Temuco, Puerto Saavedra, Santiago, Valparaíso y Ceylán. Y 15 poemas dedicados a la musa. La particularidad del volumen es que junto a la impresión tradicional de los textos, contiene una edición facsimilar de cartas y poemas, de puño y letra de Neruda.

«Yo tendría entonces diecinueve años. Pablo era un año más joven. Nos conocimos en el Instituto Pedagógico, que quedaba en Alameda con Cumming«, recuerda Albertina Azócar, en un testimonio que hace de prólogo a las cartas.

Volodia Teitelboim, amigo y biógrafo del poeta, confirma que la relación, una relación de caminar y tomarse las manos, surgió en la sala de clases. «Si Neruda venía de la provincia de Cautín, Albertina, también sureña, nacida en Arauco, con su familia vinculada al magisterio, instalada en Lota Alto, junto a los minerales del carbón…, procedía asimismo, de una tierra de lluvias y mapuches«, relata en su libro Neruda.

La fecha del encuentro habría sido el 18 de abril de 1921. Nacida en 1902, Albertina era hermana de Rubén Azócar, quien pertenecía al círculo de amigos íntimos de Neruda, flamante ganador de los juegos literarios de la Fech de ese año. En esa pandilla estaban también Alberto Rojas Giménez y Tomás Lago.

El testimonio de Albertina Azócar menciona a otro poeta de esa época: «Raimundo Echevarría, un eterno estudiante que vivía en el Pedagógico porque estuvo no sé cuántos años y nunca pasó del primero«. Pero Echevarría no sólo era un animal más de la fauna del Pedagógico, sino que había sido su novio.

Raimundo Echevarría (1897) ingresó al Pedagógico en 1918 y pronto su mirada se cruzó con la de Albertina. «Tus grandes ojos claros como lagos dormidos/ se hundían en mis carnes, frescos como racimos«, le escribe.

Cuando Neruda llegó a Santiago, Echevarría era el dueño de esos ojos grandes. Sin embargo, a Rubén Azócar no le gustaba la relación con el poeta bohemio, que además sufría de tuberculosis, y le pidió a un amigo común, Mariano Latorre, que lo alejara.

La relación terminó (Echevarría moriría tres años después y se convertiría en uno de los primeros poetas malditos de Chile). Y Neruda entonces se acercó a Albertina, secretamente. «Así principiamos a conversar y pasear juntos, después de las clases«. El poeta la acompañaba hasta su pensión, caminaban por la Alameda, «salíamos a andar y andar, nomás. Nos sentábamos en alguna parte para conversar y fuimos algunas veces al cine«.

Se vieron durante año y medio, a escondidas de todos. «Me habría casado con él -testifica Albertina-, pero volví a Concepción para terminar los estudios, hacer mi Memoria y trabajar en una escuela experimental al lado de la Universidad«.

Neruda le escribía desesperadamente, pidiéndole matrimonio y recriminándola por su silencio. La llamaba Netocha, Abeja y

Marisombra. Antes de partir a India, en 1927, le rogó que dejara todo y se fueran juntos. Pero ella no se atrevió.

«Tú sabrás que estoy casado desde diciembre de 1931. La soledad que tú no quisiste remediar se me hizo más y más insoportable«, le escribió el poeta, aún deseando «besarte un poco la frente, acariciar tus manos que tanto he querido«.

Albertina se casó con el poeta Angel Cruchaga y murió en 1989, dieciséis años después de Neruda. De este amor que no pudo ser quedaron poemas en Veinte Poemas de Amor (1924), El Hondero Entusiasta (1924) y Residencia en la Tierra (1933).

 


Warning: Invalid argument supplied for foreach() in /www/wwwroot/www.icarito.cl/wp-content/themes/icarito-v1/template-parts/content-relacionadas.php on line 13