Este sitio de interés paleontológico se ubica en la cordillera de Copiapó, a unas cuatro o cinco horas en dirección a una pequeña montaña conocida como el cerro La Isla. Su gran atractivo es más bien mediático, pues años atrás la prensa habría generado mucha expectación en torno al descubrimiento de un verdadero cementerio de terosaurios -reptiles alados-, muchos de los cuales habrían muerto bebés, en un verdadero aluvión apocalíptico que arrasó la zona. El sector está en pésimo estado de conservación.
La gran mayoría de los paleontólogos estiman que el terosaurio no fue un dinosaurio, sino que un reptil volador del tamaño de un cóndor. Se trataría, en definitiva, de un sorprendente pajarraco pariente del gigantesco reptil alado encontrado en Texas, cuyas alas medían 12 metros, y que fue bautizado en homenaje a la famosa serpiente emplumada, Ouetzalcoatl, de la cual hablaban los mitos aztecas.