Las trompas de Falopio poseen una extensión aproximada de diez centímetros de largo y un diámetro que no supera los dos milímetros.
Están insertas en la parte posterior del útero y se comunican con los ovarios.
Actúan de manera conjunta para trasladar al óvulo en su viaje reproductivo. Por ello, el nombre que se les asigna de oviductos (camino para el huevo) es uno de los más acertados.
Las trompas de Falopio cuentan con tres capas, la más interna corresponde a una lámina mucosa llamada endosálpinx que, al igual que la del útero, crece y se adelgaza durante el ciclo menstrual.
Esta superficie no sólo posee cilios que ayudan al viaje del óvulo, sino que también cuenta con algunas glándulas que secretan sustancias nutritivas.
Capa media de las trompas de Falopio
La capa media está constituida por un músculo liso, el cual es de mucha importancia a la hora de facilitar el desplazamiento del óvulo (desde el ovario al útero).
Esta movilidad es vital, ya que el óvulo no posee ni las estructuras ni la capacidad para trasladarse de manera independiente.
Finalmente, las trompas de Falopio están recubiertas por una túnica serosa que no es más que parte del peritoneo.
También es fácil distinguir en cada trompa tres secciones. La primera de ellas tiene forma de embudo, se ubica en un extremo y recibe el nombre de infundíbulo o pabellón.
La particularidad de esta porción se la otorgan las verdaderas prolongaciones o tentáculos, conocidos como fimbrias, que se ubican en torno a los ovarios, haciendo más eficiente la captación del óvulo una vez que este es expulsado.
La región más ancha y extensa de la trompa, lugar exacto de la fecundación, se denomina ampolla o región ampullar.
Aquí se encuentra el óvulo y el espermatozoide, luego de que este último haya ingresado a la trompa por su orificio uterino.
La porción final, que claramente se va haciendo cada vez más estrecha, es la que lo une con el útero. Recibe el nombre de istmo.