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Los músculos son células alargadas que están unidas por tejido conjuntivo fibroso. Generan la fuerza que permite el movimiento y el mantenimiento del cuerpo.

Estos órganos son contráctiles y en total existen entre 650 y 840 músculos dentro del cuerpo humano, entre voluntarios e involuntarios que están formados por tejido muscular.

Su principal función es realizar todos los movimientos del cuerpo, como caminar, correr, hablar, gesticular, mover objetos, entre otros.

Además, desempeñan otras funciones como mantener el equilibrio o postura del esqueleto, proteger y sujetar los órganos internos y participar de procesos corporales, como la generación de calor.

Los músculos
El cuerpo humano tiene entre 650 y 840 músculos. Foto: Pixabay

Estructura interna de los músculos

La estructura interna de un músculo tiene como unidad básica la fibra muscular, que es una célula multinucleada (varios núcleos), elástica y de forma cilíndrica, agrupada en centenares de fascículos.

Cada fibra muscular está rodeada de una vaina llamada endomisio, y cada uno de los fascículos está envuelto por el perimisio.

Las fibras musculares se extienden, recogen y, luego, vuelven a su forma original, permitiendo que el cuerpo se mueva y se mantenga en una posición determinada.

La cantidad de fibras musculares de un músculo depende de su tamaño y la función que cumple.

Además, cada fibra está rodeada por una delgada membrana plasmática llamada sarcolema. Una fibra muscular contiene miles de miofibrillas, que son fibras más pequeñas, dispuestas en grupos.

Las miofibrillas tienen dos miofilamentos proteicos: la miosina o miofilamento grueso y la actina o miofilamento fino, que están dispuestos en patrones repetidos (matrices), denominados sarcómeros.

Entre estos miofilamentos existen delgadas membranas llamadas bandas Z, que actúan como separaciones. La miosina se encuentra en el centro del sarcómero, y la actina, que rodea a la anterior, se fija a la banda Z.

Los músculos

Tipos de fibras

Los músculos se componen de dos tipos de fibras:

Fibras de contracción rápida (blancas o fatigables): corresponden a la carne blanca del músculo. Proporcionan fuerza en períodos cortos, ya que se contraen con rapidez.

Por ejemplo, patear una pelota, correr cortos tramos, dar un raquetazo, etc.

– Fibras de contracción lenta (rojas o resistentes a las fatigas): corresponden a la carne de color oscuro. Producen una tensión continuada, solo se detienen si se les termina la energía. Por ejemplo, nadar, pedalear largas distancias, etc.

Cabe señalar que un mismo músculo puede tener estos dos tipos de fibras y el porcentaje de combinación depende de la persona.