Durante la primera fase, el cuello del útero se dilata considerablemente (cerca de diez centímetros). Es un proceso que puede durar horas, dependiendo de cada mujer. Por lo general, en aquellas que ya han tenido hijos es más corto.
Una vez abierto el paso, el bebé puede atravesar el cuello uterino y la vagina. No es una acción fácil, ya que debe realizar una serie de movimientos que beneficien su pronta expulsión.
A medida que avanza el cuerpo del bebé, este debe ir girando y su cabeza se va acomodando según el diámetro de mayor abertura. Al final de esta segunda etapa, el feto ya es capaz de asomarse tímidamente por la vulva de la madre. Es el momento en que sale su cabeza, seguido por los hombros y el resto del cuerpo. Si bien la fase de expulsión puede durar hasta noventa minutos, el momento que va desde la aparición de la cabeza hasta la total salida del cuerpo sólo demora algunos segundos.
El alumbramiento es la parte final del parto. Aquí se desechan todas las membranas que lo acompañaron durante la gestación.
Esto se produce gracias a que las contracciones uterinas continúan, logrando expulsar la placenta, parte del cordón y otros tejidos que recubrieron al feto.