El sistema límbico está compuesto por un conjunto de estructuras cuya función está relacionada con las respuestas emocionales, el aprendizaje y la memoria. Nuestra personalidad, nuestros recuerdos y en definitiva el hecho de ser como somos, depende en gran medida del sistema límbico.
Los componentes de este sistema son: amígdala, tálamo, hipotálamo, hipófisis, hipocampo, el área septal (compuesta por el fórnix, cuerpo calloso y fibras de asociación), la corteza orbitofrontal y la circunvolución del cíngulo.
El sistema límbico, en particular el hipocampo y la amígdala, están involucrados en la formación de la memoria a largo plazo y se asocian muy de cerca con las estructuras olfativas (relacionadas con el sentido del olfato).
Mientras dormimos
Estudiando el movimiento ocular se ha detectado que, cuando dormimos, el sueño pasa por distintas etapas: la del movimiento no rápido (NREM) y la del rápido (REM). En esta última se produce la mayoría de los sueños y se registra la actividad eléctrica del cerebro. Cuando dormimos profundamente disminuyen: la temperatura del cuerpo, la presión sanguínea y el ritmo de la respiración.
¿Cómo se mide la inteligencia?
La inteligencia se refiere a la habilidad de conocer y entender las cosas. Se trata de un proceso complejo, ya que están involucradas las facultades de estudio, memoria y comprensión, además de la creatividad, imaginación, voluntad, sensibilidad, entre otras.
Para determinar el nivel de inteligencia, los especialistas han establecido el cociente intelectual (CI), que mide las aptitudes de una persona, al comparar su eficacia con el nivel promedio de una serie de individuos con similares características (edad, cultura, estado físico, etcétera).
Esta medida no constituye un valor cuantitativo (en cantidad o números) de la inteligencia, sino que se refiere a la capacidad o habilidad de la persona respecto a los temas o campos investigados.
Los sistemas que miden el cociente intelectual se basan en el estudio del psicólogo estadounidense David Wechsler, que partió de la observación de que ciertas pruebas eran resueltas con éxito a una edad determinada por la mayoría de los individuos. A continuación, relacionó la edad natural y la edad mental del sujeto, y de esta relación dedujo el cociente intelectual. Lo curioso es que el cociente obtenido se mantiene prácticamente invariable con el crecimiento de la persona y hasta la vejez.
Un cociente superior a 150 corresponde a la categoría de genio. En tanto que el cociente normal promedio es 100.