El cuerpo humano es un conjunto formado por cincuenta billones de células, agrupadas en tejidos y organizadas en diferentes sistemas. Si quisieras formar un cuerpo podrías comprar los elementos básicos en cualquier parte por muy poco dinero; pero la vida que albergan estas células reunidas con un propósito concreto, lo convierten en algo de valor incalculable. Entonces, te preguntarás ¿qué es la célula?
Nuestro organismo parece saber que de la unión nace la fuerza, pues las células se organizan en tejidos, órganos, aparatos y sistemas para realizar sus funciones. Sin embargo, y a pesar de su enorme rendimiento, el cuerpo humano sigue en constante evolución, sobre todo si es un recién llegado al planeta. Te damos un ejemplo: imagina que la vida se instauró en la Tierra hace 24 horas: el ser humano apenas ha vivido los últimos tres segundos.
Si bien tu cuerpo funciona gracias a la actividad de diversos sistemas, si no fuera por la célula nada andaría bien dentro de ti. Es prácticamente la primera piedra para formar la estructura de una casa, la unidad básica de tu organismo, capaz de cumplir todas las funciones necesarias para el diario vivir: crecer, reproducirse, metabolizar, responder a estímulos y diferenciarse. Es muy pequeña, invisible al ojo humano, pero posee la habilidad de trabajar independientemente.
Para poder comprender cómo funciona el cuerpo humano, cómo se desarrolla y envejece y qué falla en caso de enfermedad, es imprescindible conocer las células que lo constituyen.
Todos los organismos vivos están formados por células, y en general se dice que ninguno es un ser vivo si no consta al menos de una. Algunos organismos microscópicos, como bacterias y protozoos, son células únicas (unicelulares), mientras que los animales y plantas están formados por muchos millones de células organizadas en tejidos y órganos.
Para realizar su trabajo, la célula tiene en su interior componentes esenciales; son sustancias químicas y enzimas que reaccionan para proveerla de energía.
Además, posee material genético, que contiene la información necesaria para producir componentes celulares y para la duplicación celular.
De acuerdo a su estructura, tamaño y funcionalidad, las células se pueden dividir en dos grandes grupos:
– Procariotas: no tienen núcleo. Su composición es más simple que la de las eucariotas, ya que poseen solo ribosomas, elementos químicos y enzimas en el citoplasma, todos necesarios para su crecimiento y división celular. Se dice que estas células son la primera clase que hubo en el planeta.
– Eucariotas (animales y vegetales): tienen núcleo, son más grandes que las procariotas y se encuentran en el cuerpo humano. Poseen una disposición interna más evolucionada y compleja; el material genético está dentro del núcleo, rodeado del nucleoplasma y protegido por su propia membrana. Pueden realizar funciones específicas, como coordinar la química celular, es decir, las reacciones internas y el metabolismo a través del accionar de sus organelos celulares.
Células bien organizadas
Aunque sean muy pequeñas, las células tienen una estructura básica y bien organizada. Todas poseen protoplasma, que es el citoplasma más el núcleo celular. El citoplasma, que comprende todo el volumen de la célula -salvo el núcleo-, es el medio donde se producen los cambios químicos y las reacciones metabólicas de la célula. Está compuesto por una solución acuosa denominada citosol, el cual engloba una gran cantidad de estructuras especializadas y organelos celulares.
El organelo más importante es el núcleo, que está formado por una doble membrana. En su interior está el nucléolo (interviene en la formación de las subunidades ribosómicas) y el material genético.
Además, el núcleo, para comunicarse con el citoplasma, cuenta con aperturas existentes en la pared de su membrana, conocidas como poros nucleares.
¿Por qué la célula es un ser vivo?
Célula (del latín cellulae, «pequeño compartimiento» o celda), unidad mínima de un organismo capaz de actuar de manera autónoma. Todos los organismos vivos están formados por células, y en general se acepta que ningún organismo es un ser vivo si no consta al menos de una célula.
Algunos organismos microscópicos, como bacterias y protozoos, son células únicas, mientras que los animales y plantas son organismos pluricelulares que están formados por muchos millones de células, organizadas en tejidos y órganos.
Aunque los virus y los extractos acelulares realizan muchas de las funciones propias de la célula viva, carecen de vida independiente, capacidad de crecimiento y reproducción propios de las células y, por tanto, no se consideran seres vivos.
La biología estudia las células en función de su constitución molecular y la forma en que cooperan entre sí para constituir organismos muy complejos, como el ser humano. Para poder comprender cómo funciona el cuerpo humano sano, cómo se desarrolla y envejece y qué falla en caso de enfermedad, es imprescindible conocer las células.