Esta estructura le permite que muchas otras moléculas iguales sean atraídas y se unan con gran facilidad, formando enormes cadenas que constituyen el líquido que da la vida a nuestro planeta: el agua.
Las propiedades del agua
Aunque mires el agua de mar muy azul o, en una laguna, muy verde, al tomar en tu mano un poco de esas aguas verás que no poseen ningún color (incoloro), no tiene olor (inodoro) y en el caso del agua potable, esta tampoco tiene sabor.
Este líquido tiene densidad, que es la relación entre la masa y el volumen. De ahí que un kilo de agua ocupe el volumen de un litro.
Al igual que el aire, el agua tiene una fuerza con la que empuja; esta se llama presión. El agua por sí misma no posee una forma definida. Por eso es que toma la forma del recipiente que la contiene.
La temperatura y la presión atmosférica determinan los diferentes estados del agua. Así, a una temperatura de 0° C se produce la congelación, con la que el agua se convierte en hielo. En cambio, a una temperatura de 100° C, el líquido se transforma en vapor y este proceso se llama ebullición.
Así, cuando el sol calienta el agua, esta se convierte en vapor de agua. Algo similar ocurre cuando se calienta el agua en una cafetera: al ebullir, sale un humo blanco, el vapor.
El agua puede, también, pasar directamente del estado sólido al gaseoso, y este proceso se llama sublimación. Esto se produce cuando el vapor de agua, que pesa menos que el aire, sube a grandes alturas en la atmósfera y forma nubes. Estas, al enfriarse, hacen que el agua se transforme en hielo y adquiera el estado sólido, el cual, dependiendo de la temperatura del momento, puede precipitar a la superficie terrestre en forma de nieve y de granizo.
En los polos del planeta las temperaturas son permanentemente bajas, lo que provoca la formación de grandes masas de hielo, tan inmensas como continentes.
El papel del agua en la naturaleza
El agua es la sustancia más abundante sobre la Tierra y constituye el medio ideal para la vida.
Cada océano, río o lago posee su propia flora y fauna, adaptada a vivir ahí. Por esa razón, la mayoría de los organismos marinos no pueden vivir en agua dulce, como tampoco los seres dulceacuícolas podrían hacerlo en el medio marino.
Dentro de los recursos hídricos de nuestro planeta, el mar es el que encierra las formas más variadas de vida, desde la más microscópicas o simples, formadas por una sola célula, como los protozoarios, hasta las gigantescas ballenas. Las aguas dulces también poseen gran diversidad de organismos, tales como numerosas plantas que sirven de alimento a los peces herbívoros.
El agua resulta esencial para todos los seres vivos que habitan este planeta, porque forma parte, en mayor o menor proporción, de la constitución de cada uno de ellos. Así, por ejemplo, constituye el 98% en un melón, el 80% en un pez y el 65% en un ser humano.
En el caso del hombre, este necesita más del agua que de cualquier otro alimento para sobrevivir, ya que en la formación y funcionamiento de nuestro organismo se requiere de este vital compuesto. De hecho, si nuestros pulmones no estuvieran siempre húmedos, no podríamos respirar. Si la saliva no mojara el alimento, no podríamos ingerirlo. Sin el agua, que forma parte de la sangre, no se transportarían los alimentos por todo el cuerpo y nuestras células no se alimentarían y tampoco podrían eliminar las toxinas. Y si las lágrimas no humedecieran nuestros ojos, estos se irritarían.