La capa de ozono se encuentra en la estratosfera y tiene, aproximadamente, entre 15 y 30 km de altura. Está formada por el gas ozono (O3) compuesto por tres átomos de oxígeno. Estos se liberan a la atmósfera y luego uno de ellos se junta a una molécula de oxígeno formando una molécula de ozono. Esta última se divide, después de absorber rayos ultravioleta (UV) y forma una nueva molécula de oxígeno. Sobre esta nueva molécula el proceso vuelve a iniciarse. Esto se produce porque el O3 está en continuo proceso de formación y destrucción.
El ozono se acumula en la atmósfera y como lo hace en gran cantidad pasa a convertirse en un verdadero escudo que protege de la radiación ultravioleta que proviene del Sol haciendo posible la vida en la Tierra.
Destrucción de la capa de ozono
En el último tiempo se ha hablado de un adelgazamiento importante en la capa de ozono, que ha tomado la forma de un verdadero agujero, tan extenso como Estados Unidos y tan profundo como la altura del monte Everest. De hecho se cree que en algunos sectores se han llegado a producir disminuciones de hasta el 60% en la cantidad de ozono estratosférico.
Este desgaste tiene estrecha relación con el uso de un componente químico producido por el hombre, el clorofluorcarbono (CFC) presente en diversos productos, como los aerosoles, los equipos de aire acondicionado y los sistemas de refrigeración. Estos productos, por la acción de la luz, desprenden un cloro activo que reacciona con el ozono y lo descompone. Otros compuestos que afectan la capa de ozono por contener cloro (Cl) son el metilcloroformo (un solvente), el tetracloruro de carbono (un químico industrial) y sustancias que contengan bromo (Br), como los halones, utilizados para extinguir el fuego.
La disminución de la capa es más notoria en los polos, y principalmente en el Polo Sur, aunque en el último tiempo el Polo Norte también se ha estado viendo afectado.
En la zona sur, donde la cantidad de ozono es menor, las radiaciones ultravioletas llegan a la superficie de la Tierra, produciendo daños en su flora y fauna.
Cabe destacar que este desgaste es un fenómeno estacional que aparece a partir de la primavera, ya que en esa época del año la radiación es más alta.
Riesgo para la salud
Cualquier nivel excesivo de la radiación UV (especialmente la A y la B) que llegue a la superficie de la Tierra puede perjudicar la salud de las personas, ya que incide en la aparición de cáncer de piel, lesiones en los ojos y deterioro del sistema inmunológico.
Según los últimos datos, una disminución constante del 10% de la capa de ozono puede llegar a aumentar en casi 26% la incidencia del cáncer de la piel. Las personas de piel blanca que poseen pocos pigmentos protectores son las más susceptibles a este tipo de cáncer. Los males oculares más comunes con el aumento de la radiación UV son las cataratas, la deformación del cristalino y la presbicia (defecto de la vista que consiste en la disminución de la capacidad de ver de cerca). Las cataratas es un mal que causa la ceguera a millones de personas en el mundo y la reducción del 1% del ozono puede provocar un 10% más de casos.
También, la exposición continua a los rayos UV puede dañar el trabajo del sistema inmunológico del cuerpo. Algunas investigaciones recientes han confirmado que los rayos ultravioleta afectan las defensas del cuerpo, aumentando los casos de enfermedades infecciosas.
Rayos UV y medioambiente
El aumento de la radiación UV también está provocando importantes cambios en la composición química de varias especies de plantas (arroz y soya) y árboles (coníferas). Además, está alterando el crecimiento de algunas plantas e impidiendo su proceso de fotosíntesis. Así, por ejemplo, se está viendo afectado el rendimiento de las cosechas.
También los rayos UV afectan los ecosistemas acuáticos. De hecho se ha visto que el daño en algunas zonas de aguas claras alcanza hasta 20 metros de profundidad. En este tipo de ecosistemas, la principal consecuencia es la pérdida de fitoplancton (base de la cadena alimenticia marina). Esto es muy perjudicial, porque una disminución en la cantidad de organismos puede provocar una reducción de los peces y afectar el resto de la cadena trófica. Así, por ejemplo, bajo el agujero de la capa ozono en la Antártica la productividad de este conjunto de organismos acuáticos disminuyó entre el 6 y el 12%.
También, estos rayos provocan problemas en peces, crustáceos y anfibios durante sus primeras etapas de desarrollo, afectando sus capacidades de reproducción, por lo tanto reduciendo el tamaño de la población.
Además, al escasear el fitoplancton (que son organismos fotosintéticos) los océanos perderían su potencial como recolector de CO2, contribuyendo aún más al efecto invernadero.