La contaminación ambiental siempre causa un daño en el organismo, sin importar el nivel en el que se encuentre. De hecho, provoca un envejecimiento prematuro del sistema respiratorio, a través de un proceso constante e irreversible que no produce dolor al organismo y que lo va aniquilando silenciosamente. En el caso de la ciudad de Santiago, hay cinco millones de personas que respiran día a día un aire que sin duda los conducirá a una muerte anticipada a la que tendrían si vivieran en un ambiente libre de contaminación.
Además, convierte a nuestra capital en una ciudad no apta para realizar deportes al aire libre; es decir, neutraliza una actividad que suele estar ligada con una vida sana y la convierte en un factor de riesgo real para la vida de un ser humano. El silencioso y persistente daño de las micropartículas en el cuerpo humano es un dato que debe ser tomado en cuenta con responsabilidad. Los niños de hoy estarán más propensos a desarrollar enfermedades respiratorias en su vida adulta y un buen porcentaje de ellos tendrá que acostumbrarse a convivir con ellas permanentemente.
Neumoconiosis del minero del carbón
El polvo de carbón, inhalado por más de 10 años, puede producir nódulos inflamatorios que destruye el tejido pulmonar.