Durante millones de años, el planeta ha sufrido modificaciones y esto ha ocurrido desde mucho antes de la aparición del hombre. Aunque en el pasado no fue tan así, ya que el ser humano fue un simple receptor de las alteraciones, debiéndose adecuar a ellas.
En la actualidad, el panorama es distinto, ya que el cambio que, es causado por el impacto de las diferentes actividades humanas, ocurre más rápidamente.
La obtención de algunos recursos necesarios para la subsistencia de la población humana se logra gracias a una serie de actividades como la agricultura, la ganadería y la pesca. Estas, que, generalmente, interaccionan entre sí, son componentes primarios del cambio global que provoca modificaciones ambientales como el cambio climático.
Al respecto, debemos señalar que cambio global no es lo mismo que cambio climático. Este último es una de las consecuencias del primer fenómeno.
Otro aspecto de la influencia de las actividades humanas en la vida del planeta está referido a las tensiones que afectan a un gran número de especies vivientes y que tienen que ver con las graves alteraciones en la composición de los ecosistemas terrestres y acuáticos, llegando, en algunos casos, a provocar su extinción. Entre las causas relacionadas con el hombre y que llevan a la extinción de especies están la alteración de hábitat, la caza y pesca indiscriminadas y la introducción de especies invasoras.
Además, el cambio global -debido a la velocidad con que ocurre la fragmentación de los ecosistemas- provoca que las posibles adaptaciones de las especies a las transformaciones ambientales, como por ejemplo la climática, sean mucho más difíciles en el futuro.
Cambio climático
El cambio climático afecta a todos los aspectos de nuestra vida diaria, el transporte, la calefacción o incluso nuestra dieta. Cada vez que encendemos la calefacción eléctrica o de gas, estamos directa o indirectamente quemando combustibles fósiles y emitiendo gases de efecto invernadero.
Cuando utilizamos el auto, éste emite CO2 de la bencina que quema el motor, además de gases que producen ozono de bajo nivel, el cual es otro gas de efecto invernadero. Cuando comemos carne o arroz, estamos indirectamente contribuyendo a la producción de metano originado por las vacas o proveniente de los arrozales. Cuando desechamos materia orgánica como comida, sobras y papel, ésta se descompone en vertederos de basura y produce metano. Cuando compramos frigoríficos que usan clorofluoruro de hidrógeno (CFH), éste es uno de los gases de efecto invernadero más contaminante. Si englobamos todo esto, el problema es sobrecogedor y difícil de atajar, pero por otra parte, se pueden llevar a cabo acciones a través de múltiples facetas y comportamientos de la vida diaria…
¿Por qué está cambiando el clima?
El cambio climático es la alteración de los climas a nivel mundial. Significa que nuestra tierra se está calentando gradualmente en un proceso dañino llamado calentamiento global. Los últimos años han sido los más calurosos y los científicos especializados anuncian que las temperaturas seguirán aumentando. La mayoría de los expertos está de acuerdo con que los humanos ejercemos un impacto directo sobre este proceso de calentamiento, conocido como el «efecto invernadero».
¿Qué es el efecto invernadero?
La atmósfera de la Tierra está compuesta de muchos gases. Los que más abundan son el nitrógeno y el oxígeno (este último es el que necesitamos para respirar). El resto, menos de una centésima parte, son gases llamados «de invernadero«. No los podemos ver ni oler, pero están allí. Algunos de ellos son el dióxido de carbono, el metano y el dióxido de nitrógeno.
El efecto invernadero es una condición natural de la atmósfera, pero la generación de los gases de invernadero aumenta cada día debido principalmente a la industrialización.
En pequeñas concentraciones, estos gases son vitales para nuestra supervivencia. Cuando la luz solar llega a la Tierra, un poco de esta energía se refleja en las nubes; el resto atraviesa la atmósfera y llega al suelo. Gracias a esta energía, por ejemplo, las plantas pueden crecer y desarrollarse.
Pero no toda la energía del Sol es aprovechada en la Tierra; una parte es «devuelta» al espacio. Como la Tierra es mucho más fría que el Sol, no puede devolver la energía en forma de luz y calor. Por eso la envía de una manera diferente, llamada «infrarroja». Un ejemplo de energía infrarroja es el calor que emana de una estufa eléctrica antes de que las barras comiencen a ponerse rojas.
Los gases de invernadero absorben esta energía infrarroja como una esponja, calentando tanto la superficie de la Tierra como el aire que la rodea. Si no existieran los gases de invernadero, el planeta sería cerca de 30 grados más frío de lo que es ahora. En esas condiciones, probablemente la vida nunca hubiera podido desarrollarse. Esto es lo que sucede, por ejemplo, en Marte.
Marte tiene casi el mismo tamaño de la Tierra, y está a una distancia del Sol muy similar, pero es tan frío que no existe agua líquida (sólo hay hielo), ni se ha descubierto vida de ningún tipo. Esto es porque su atmósfera es mucho más delgada y casi no tiene gases de invernadero. Por otro lado, Venus tiene una atmósfera muy espesa, compuesta casi en su totalidad por gases de invernadero. ¿El resultado? Su superficie es 500ºC más caliente de lo que sería sin esos gases.
Por lo tanto, es una suerte que nuestro planeta tenga la cantidad apropiada de gases de invernadero.
El efecto de calentamiento que producen los gases se llama efecto invernadero: la energía del Sol queda atrapada por los gases, del mismo modo en que el calor queda atrapado detrás de los vidrios de un invernadero.
Según un estudio, publicado por la revista Nature, la primavera es más larga debido en parte al efecto invernadero. Este estudio afirma que desde principios de 1980 la primavera se adelanta y la vegetación crece con mayor vigor en las latitudes septentrionales; esto se debe al calentamiento global que ha afectado a una gran parte de Alaska, Canadá y el norte de Asia y Europa, que a su vez está relacionado con el efecto invernadero de origen humano (teoría según la cual la población humana ha contribuido a la concentración de gases, tales como el dióxido de carbono, en la atmósfera).
Mediante el uso de imágenes obtenidas a través de satélites climáticos, los científicos proporcionan pruebas del cambio climático y aportan datos significativos para el estudio del calentamiento global del planeta.
¿Sabes cuáles serán las consecuencias del cambio climático?
A medida que el planeta se calienta gradualmente se van produciendo diversas alteraciones, como el derretimiento de los cascos polares. Cuando el calor del sol llega a los polos, es reflejado de nuevo hacia el espacio. Al derretirse los cascos polares, será menor la cantidad de calor que se refleje, lo que hará que la tierra se caliente aún más.
El calentamiento global también ocasionará que se evapore más agua de los océanos. El vapor de agua actúa como un gas invernadero. Así pues, habrá un mayor calentamiento. Esto contribuye al llamado «efecto amplificador«.
¿Qué podemos hacer para evitar que el cambio climático?
– Pídele a tus papás que usen menos el auto.
– Utiliza medios de trasporte público o limpios como la bicicleta.
– Habla con tu profesora o profesor y pídele que le enseñe a tu curso más sobre el cambio climático.
¡Todos podemos contribuir a evitar el calentamiento global!
Dato Icarito
¿Cuál es el porcentaje de tierras transformadas por el hombre en lo que va de vida del planeta?
Entre el 39% al 50%.
Medidas para aplacar el cambio climático
Con el paso de los años, las consecuencias del cambio climático son cada vez más importantes. Es por ello que en varios países se ha tomado conciencia y aumentado la dedicación a buscar maneras de detener este fenómeno.
Entre las medidas oficiales más importantes están los acuerdos de protección del medioambiente de Kyoto y Montreal.
El primero fue aprobado en septiembre de 1997, se acordó reducir o no subir (en el caso de los países desarrollados y principales contaminantes) las emisiones de gases invernadero. En esa ocasión, la Unión Europea se comprometió a bajar sus emisiones totales en un 8%; Estados Unidos, un 7%, y Japón y Canadá un 6%.
Luego, cuando este protocolo entró en vigencia (16 de febrero de 2005), los 128 países comprometidos se dieron un plazo hasta el año 2012 para reducir estos gases, sobre todo el más dañino, el CO2. En este caso, las actividades que sobrepasan los límites de emisión de CO2 son las industriales y las de producción energética en las centrales térmicas y, por lo tanto, al llevar a cabo los acuerdos de Kyoto estas serían las más afectadas con el consiguiente efecto económico para los países.
Es por lo anterior, que Estados Unidos no firmó el acuerdo, argumentando que tendría un fuerte impacto en su economía. Por ello, ahora este país está liderando una negociación con India, China, Corea del Sur y Australia para establecer un acuerdo alternativo. Las razones para promover nuevos acuerdos no sólo tienen que ver que los recortes propuestos afecten la economía, sino también porque se plantea que no se habrían logrado las respuestas esperadas en cuanto a bajar los índices.
Esta nueva propuesta, que se llamaría Asociación de Asia y Pacífico por un Desarrollo y un Clima Limpio, se enfocaría en que los países más industrializados apoyarían a los en desarrollo para aplicar tecnologías que permitan la reducción de las emisiones de CO2.
También, se propone cambiar la obligatoriedad del recorte de emisiones por algo más voluntario.
Por su parte, el protocolo de Montreal (16 de septiembre de 1987) es un acuerdo internacional diseñado para proteger la capa de ozono, controlando la producción de sustancias consideradas responsables de su daño. En este protocolo, 155 países, divididos en distintas categorías según el consumo de CFCs y halones per cápita, se comprometieron a bajar o eliminar su producción y consumo en aerosoles, equipos de aire acondicionado, etc.
Algunos países, como Chile, cuyo consumo de CFCs, halones y compuestos es inferior a 0,3 kg/hab, tienen 10 años de gracia para cumplir las obligaciones impuestas por el acuerdo y, además, poseen el derecho a obtener recursos del Fondo Multilateral de este protocolo, para financiar los costos asociados a la conversión tecnológica.
También este acuerdo establece los plazos y los niveles de producción y consumo de CFCs que dañan la capa de ozono:
– Los países desarrollados deben dejar de producir sustancias que dañan la capa de ozono.
– Los países que tienen bajo consumo de CFCs y halones no podrán incrementarlo y deberán cesarlo en el año 2010.
– Estas sustancias (CFCs) podrán ser utilizadas solo con fines esenciales, para los cuales no debe haber sustitutos en el mercado.
Acuerdo de Río
Este acuerdo, que fue firmado por 154 países en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, contempló la necesidad de frenar el cambio climático, reduciendo las emisiones de gases invernadero. Esto significaba bajar la cantidad de combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón) utilizados para la producción de energía eléctrica y proteger los bosques (ellos atrapan y transforman CO2). Además, se pidió buscar otras alternativas energéticas (como energía solar, energía del viento, del agua o de las olas del mar).
También esta convención acordó promover el estudio y la investigación científica, descubrir nuevas formas para acabar con el efecto invernadero, plantear la necesidad de intercambiar tecnologías e ideas entre los países, incentivar ayuda mutua y proteger áreas en el mundo que son más delicadas a los cambios en el clima (islas, montañas, ríos).
Otras medidas
Aparte de los acuerdos que se han tomado sobre los efectos del cambio climático, se está desarrollando un conjunto de iniciativas tendientes a revertir la degradación de los suelos, recuperar bosques, salvar especies en peligro, limpiar el aire y restaurar los ecosistemas acuáticos. Algunos de los proyectos actualmente en curso en distintas regiones del mundo contemplan la implementación de reservas naturales, estudio y monitoreo constante de la naturaleza, manejo de los recursos ayudando a preservar y restaurar los sistemas ecológicos, implementación de programas de educación medioambiental dirigidos a niños y jóvenes, y el uso de energías renovables como la eólica, la geotérmica, la solar y la mareomotriz.