Nuestro planeta posee características únicas que facilitan el desarrollo de la vida. Además de contar con importantes recursos hídricos, debemos agregar la existencia de una capa gaseosa adecuada para la existencia de la vida que envuelve la Tierra y mantiene su temperatura, la protege de la radiación cósmica y constituye un eficiente sistema de intercambio de energía solar entre las regiones cálidas y frías. Nos referimos a la atmósfera terrestre.
Su formación ocurrió hace millones de años, en tiempos de la Tierra primitiva, producto de varias transformaciones en la superficie y en la composición de los gases que emanaban de ella.
La gran actividad volcánica de esos años generó importantes concentraciones de dióxido de carbono, vapor de agua y nitrógeno, elementos que por la fuerza de gravedad quedaron suspendidos y formaron una precaria e inestable atmósfera.
Posteriormente, la aparición de agua en la superficie del planeta y el trabajo fotosintético de las primeras plantas fueron algunos de los factores que alteraron la composición atmosférica, constituyendo finalmente los elementos que conocemos hoy.
Actualmente, la atmósfera terrestre está compuesta por un 78% de nitrógeno, 21% de oxígeno, 0,93% de argón, 0,035 de dióxido de carbono y un 0,04% de otros gases (entre ellos, helio, neón y vapor de agua) Si bien son rangos establecidos, estos cambian a medida que ascendemos desde la superficie terrestre hacia el espacio exterior, así como también varía la cantidad de vapor de agua en función de la temperatura y la humedad relativa.
Capas constituyentes
La atmósfera está compuesta por cinco capas, cada una de ellas con características y funciones propias.
La capa más cercana a la superficie terrestre se denomina troposfera. Se ubica a partir del nivel del mar hasta, aproximadamente, 10 kilómetros de altura (en el Ecuador, la distancia alcanza los 19 kilómetros, mientras que en los polos llega a 9). Es la capa más gruesa de la atmósfera, formando el 75% del peso total del aire y conteniendo gran parte de la humedad y el polvo atmosférico. También se le llama «capa meteorológica», ya que en ella ocurren los principales fenómenos meteorológicos, como la formación de las nubes, lluvias y tormentas.
La segunda capa atmosférica es la estratosfera, que llega hasta los 50 kilómetros de altura. En ella se desarrollan los vientos constantes y las masas de aire se disponen en franjas o estratos. Alberga la mayor concentración de ozono (O3), variedad de oxígeno que nos protege de las dañinas radiaciones ultravioletas provenientes del Sol.
También en este sector, gracias a la ausencia de cambios meteorológicos y su consecuente seguridad, se realizan los vuelos comerciales.
A continuación y hasta los 80 kilómetros de altitud se ubica la mesosfera, que en su porción superior posee temperaturas inferiores a los -100ºC. Es catalogada como una capa de bajas presiones, ya que la concentración de gases, como el nitrógeno y el oxígeno, es menor.
Sobre los 80 kilómetros encontramos la termosfera o ionosfera, cuyo nombre se relaciona directamente con las altas temperaturas de esta zona. Este fenómeno se debe a que las moléculas de aire absorben la radiación proveniente del Sol y los gases presentes están ionizados. En este sector se desintegran algunos meteoritos que alcanzan la Tierra, los que al entrar en contacto con esta capa disminuyen de tamaño y se convierten en estrellas fugaces.
La última capa atmosférica se llama exosfera y cuenta con una considerable cantidad de moléculas de gas escapando constantemente hacia el espacio; aquí es el único lugar donde los gases pueden escapar, ya que la gravedad no es tan fuerte.
En esta zona el aire es muy transparente, existe una gran cantidad de polvo cósmico y por ella transitan muchos de los satélites meteorológicos.
Las división entre una capa y otra se denominan, respectivamente, tropopausa, estratopausa, mesopausa y termopausa.
Notorias diferencias
Hablamos de atmósfera terrestre para diferenciarla de otras capas similares que envuelven a algunos planetas de nuestro Sistema Solar, también denominadas atmósferas.
Nuestros vecinos Venus y Marte cuentan con capas gaseosas envolventes que, en comparación con la nuestra, son ineficaces para el desarrollo de vida (tal como nosotros la conocemos). En el caso de Venus, el aire que compone su atmósfera es denso, contiene muchas moléculas de gas y su presión es cien veces mayor a la de la atmósfera terrestre.
En el caso de Marte, debido a la poca consistencia de su atmósfera, son normales las variaciones de temperatura de 100 ºC.
Incomparable fenómeno
En la capa más externa de la atmósfera, la exosfera, ocurre un fenómeno curioso y visualmente increíble. Se trata de las auroras polares, manchas y columnas luminosas de diversas tonalidades, que inundan el cielo de los polos terrestres y algunos sectores aledaños a ellos.
Las auroras son provocadas por el impacto de iones solares con el escudo magnético de nuestro planeta. Cada cierto tiempo, el Sol emite un considerable flujo de partículas cargadas que viajan a través del espacio. Estas, al llegar a la Tierra, chocan con la exosfera y liberan una apreciable cantidad de energía en forma de luz, la que puede ser de color violeta, verde, naranjo y/o amarillo
Su duración varía entre algunos minutos y varias horas, dependiendo de la intensidad del flujo. Si el fenómeno ocurre en el hemisferio norte recibe el nombre de aurora boreal, mientras que si ocurre en el sur se denomina aurora austral.
Datos Icarito
¿Cómo se denomina la ciencia que describe, explica y clasifica los climas?
Climatología.
¿Cuánta es la cantidad de luz que se emite durante el fenómeno de la aurora boreal?
Oscila entre uno y diez millones de megavatios.