El tamaño del Sol es bastante grande: tiene un radio 109 veces mayor que el de la Tierra y está a 156 millones de kilómetros de ella. A diferencia del resto de las estrellas, el Sol es la única que se encuentra relativamente cercana a la Tierra. Sin embargo, al igual que el resto de las estrellas, obtiene su energía transformando parte de su materia mediante las reacciones nucleares de fusión.
Está formado por una serie de capas concéntricas de gas, conociéndose su superficie como fotosfera, que significa esfera de luz. La energía es producida en el núcleo en forma de fotones o partículas de luz de muy alta energía. Cuando estos fotones se abren paso hacia la superficie del Sol, son absorbidos por los átomos del astro constantemente, lo que hace que pierdan energía y calienten el material de las capas menos profundas del Sol.
Sobre la superficie podemos encontrar otra capa llamada cromosfera o esfera de color, que se puede apreciar solamente en presencia de un eclipse total de Sol. A continuación de la cromosfera nos encontramos con la corona solar, que se observa como una tenue luminosidad blanca. Su brillo disminuye dependiendo de la cercanía con el globo solar.
Los eclipses de Sol
La Luna, nuestro satélite, pasa entre la Tierra y el Sol una vez al mes, siguiendo su órbita alrededor del planeta durante la fase de Luna Nueva. Aunque no es usual, hay veces en que este satélite pasa exactamente por delante del Sol; es lo que conocemos como eclipse de Sol, que puede suceder dos o cuatro veces al año. Durante este fenómeno, en ciertas zonas reducidas de la Tierra, la luz del Sol es ocultada por la Luna, haciéndose de noche por unos minutos, permitiéndonos incluso ver las estrellas. Esto es un eclipse total de Sol, a diferencia de otras zonas donde en la Luna tapará sólo una porción del astro, más conocido como eclipse parcial de Sol.
Las manchas solares
Si vemos la imagen del Sol en un telescopio, nos daremos cuenta que no es liso; es decir, posee ciertas manchas. Las machas solares son las zonas menos brillantes de la superficie del Sol, que al ser más opacas hace que se vean más oscuras. Estas manchas permiten observar la rotación del Sol que, vista desde nuestro planeta, dura unos 27 días.