Editorial La Tercera. Lunes 19 de Febrero de 2007.
Hace pocos días se conocieron los resultados de un estudio elaborado por el Mineduc y Fundación Chile (ver información anterior), que dio cuenta de que la penetración digital en los hogares ha aumentado aceleradamente desde 2004. Se trata de una tendencia creciente, acorde con los buenos niveles de incorporación tecnológica que el país ha venido mostrando hace años. Sin embargo, esta vez se evidenció, además, una reducción de la brecha digital entre los grupos socioeconómicos. Lo anterior dice relación con un fuerte aumento del acceso a un computador de las clases medias y medias bajas: la presencia de un PC en el hogar del grupo C2 ha crecido un 7% desde 2004, mientras que en el C3 lo hizo un 22% y en el D un 20%.
A su vez, la última versión del Indice Generación Digital (2006) que mide la digitalización de los alumnos de enseñanza básica y media (uso y conocimiento de internet; acceso a PC e internet; satisfacción con la velocidad de internet y valoración de internet para fines educativos) reveló un aumento de un 13% respecto de 2005 y un 31% si se lo compara con 2004, primer año de la medición.
Los antecedentes mencionados revisten la mayor importancia, puesto que disponer o no de un computador no sólo permite incorporar tecnologías de información y comunicación (TIC) a la vida cotidiana; también es en la actualidad un factor de predicción del rendimiento escolar. Así, al menos, establece la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (Ocde) que ha dado cuenta de que los estudiantes adolescentes que manejan regularmente el computador, en su casa o en el colegio, obtienen resultados educativos superiores a la media. Así también, los que carecen de acceso a un PC o lo utilizan “desde hace poco” tienen una tendencia a estar más retrasados en su nivel de estudios.
Así las cosas, es muy positivo que los estudiantes chilenos -sobre todo los más vulnerables- estén accediendo con más facilidad a las TIC. En el debate por la equidad, el acceso a nuevas tecnologías siempre ha sido considerado herramienta clave para disminuir la brecha de la calidad educativa. Contar con un sistema de educación de calidad es condición básica para acceder al desarrollo, insertarse en la economía globalizada y competir en el mundo moderno. Lamentablemente, hasta ahora no han sido corregidas las debilidades estructurales que han dado pie a abismales diferencias de calidad entre la educación pública y privada, un tema que le “pasa la cuenta” a Chile cada vez que es ponderado en diversos rankings de competitividad mundial.
Es innegable que el buen ciclo económico ha sido un factor determinante en la creciente adquisición de bienes -como el computador e internet- que hacen posible la inserción tecnológica. Pero no se debe olvidar la influencia que han tenido una serie de programas públicos y privados (Red Enlaces, por ejemplo), cuyo objetivo ha sido avanzar en la digitalización del país, sobre todo la de los escolares.
Una cosa está clara, en un mundo globalizado que demanda una fuerza de trabajo cada vez más capacitada, los analfabetos digitales tienen un sombrío futuro por delante. Ahí radica la necesidad de que cada vez más chilenos tengan acceso a las TIC, dominen su funcionamiento y sean capaces de aplicar la innovación tecnológica en los lugares en que se desenvuelven: la escuela o el mundo laboral.
Con todo, existe otro aspecto que necesariamente debe ir de la mano de la digitalización escolar: la capacitación de los profesores, encargados de transmitir a sus aprendices las potencialidades de la tecnología. El Indice Generación Digital demostró que un gran porcentaje de docentes sabe muy poco de internet (38,1%), algo que, de no ser modificado en el tiempo, influirá negativamente en la formación de los alumnos. La tendencia mundial es custionarse cómo sacarles provecho a las TIC como herramienta de aprendizaje. Trasladarlas al interior del aula debe ser, entonces, prioridad.