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LA TERCERA. Domingo 25 de febrero de 2007.
Por : Sofía Otero

A inicios del año académico 2007, expertos aconsejan cómo equilibrar el estudio, las tareas y el ocio de los niños y la mejor forma de enfrentar las malas notas o el comportamiento irresponsable con los estudios.

Horario de consenso

La primera misión al inicio del año escolar es la de planificar un horario en conjunto con el menor. De esta forma, el niño puede elegir hacer sus tareas después de su programa favorito de televisión o antes de salir a jugar. “Con ello, el menor asume las normas como suyas, y los papás pueden decirle ‘este es el horario que tú te pusiste y debes cumplirlo», explica Isidora Mena, sicóloga y doctora en Educación de la Universidad Católica.

Estudio, más no es mejor

La dedicación al estudio depende de la edad, el tipo de jornada a la que asista y qué tan cerca esté de rendir una prueba. “Hasta quinto básico no deben estudiar más de 45 minutos diarios y sobre esa edad no más de dos horas, haciendo dos pausas de 15 minutos. Está demostrado que el rendimiento no aumenta si se estudia más”, explica el psicólogo de la Universidad Central formado en La Habana Luis Alemán.

Los niños con jornada parcial deberían estudiar todos los días, a diferencia de los que tienen jornada escolar completa, donde las materias se repasan más a menudo. “Estos últimos pueden leer; lo más sano es que si no tiene obligaciones, el menor se dé un respiro”, dice Mena. Esto con excepción de cuando se acercan a un examen. En esos casos la recomendación es dividir el estudio en tres jornadas: “El día en que se pasa una materia nueva hay que repasarla dentro de las primeras 24 horas. Luego, hay que estudiar como si la prueba fuera al día siguiente y finalmente hacer un resumen”, asegura la psicóloga de la UC.

Tareas, solos

Llegar a hacer las tareas junto a los hijos es una pésima costumbre de los padres, aseguran los expertos, pues no sólo se deteriora la relación con los menores, ya que los papás pierden la paciencia con facilidad, sino que se afecta la autonomía de los niños. Es mejor que los niños vean a sus padres leyendo, pues hay una estrecha relación entre la cantidad de libros en casa y el rendimiento escolar. La obligación de los padres es revisar lo que ya está hecho, apoyarlos cuando pidan ayuda y proveer un ambiente adecuado para el estudio, que no sólo tiene que ver con un escritorio ordenado, sino con un clima adecuado.

Trabajar habilidades y falencias

Según el profesor de psicología de la Universidad de Harvard Howard Gardner, las personas poseen “inteligencias múltiples”: lógico-matemática, interpersonal, intrapersonal (conocer las propias emociones), lingüística (habilidad discursiva y lectora), espacial (pensar en imágenes), corporal (dominio del cuerpo), naturalista (comprensión de la naturaleza) y musical. “Si el niño tiene desarrollada unas por sobre otras, puede que no le vaya bien en matemáticas. Por eso es importante potenciar las habilidades y trabajar las más débiles”, dice Luis Alemán.

No centrarse en las notas

Según el experto de la U. Central, los padres deben tener en cuenta más que la nota final el esfuerzo de su hijo para superarse. “Puede que la nota no sea muy alta y, sin embargo, el niño entiende y es capaz de aplicar el conocimiento a la vida cotidiana, entonces hay aprendizaje”, explica el psicólogo. Cuando hay rojos, no son recomendados los retos ni los castigos. “Mediante una conversación los papás deben estimular a su hijo a identificar cuáles fueron sus errores, preguntar por qué cree él que se cometieron -por falta de estudio o porque no entendió la materia- y diseñar una estrategia para no volver a caer en ellos”, sugiere Isidora Mena. Cuando el bajo rendimiento es reiterado, el saber que las malas notas lo dejarán repitiendo o lo dejarán fuera de la universidad debe ser castigo suficiente. “Ese es un costo real. No necesitan sermones o que le quiten el postre”, aclara la psicóloga.

No a los premios materiales

Hay que procurar un ambiente sano, que no funcione sólo en base a premios o castigos, sino en el que los niños aprendan a asumir derechos y deberes y a reconocer errores. “Los premios deben apuntar a reforzar la autoestima y la moral, no basarse en cosas materiales. Puedes sorprender a tu hija con un cartel gigante en el living felicitándola por sus logros”, dice Alemán. Cuando el niño se ha comportado de manera irresponsable, lo mejor es entablar una conversación que comience destacando los aspectos positivos del menor, con lo que se sube su autoestima y se bajan sus barreras defensivas. “Luego hay que plantearle cosas como ‘A mí, me gustaría que mejoraras tal aspecto’, pero nunca decir ‘Tú debes mejorar esto’”. Si la situación no mejora, el niño debe entender que será el único responsable de verse privado de cosas que le gustan, como chatear con sus amigos.

TV limitada

La recomendación es que los preescolares no vean más de una hora diaria de televisión y los mayores no más de dos. Más puede jugar contra el rendimiento escolar, especialmente las 2 horas 20 minutos promedio que ven los escolares chilenos. Según el pediatra estadounidense Dimitri Christakis, el alto consumo de televisión antes de los tres años puede causar déficit atencional. Esto, porque el ritmo de la edición televisiva demanda mucha atención en períodos cortos. “Cada hora de televisión al día aumenta en 9% las probabilidades de presentar déficit atencional”, explica el experto. La TV también causa problemas de sueño, pues produce excitación en los niños y no descansan lo suficiente  como para estar atentos en clases.


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