LA TERCERA. Por Sofía Otero
“Muy fría”. Así recuerda la profesora Carmen Flores su primera experiencia laboral. “Para mí era todo nuevo en la escuela y nadie me decía cómo funcionaban las cosas”. Hoy, con más de 20 años de ejercicio, ella se apronta para ser la mentora de un profesor novato, es decir, convertirse en la persona que lo guíe para facilitar su inserción laboral. “Nuestra labor es apoyarlos en el encantamiento de su carrera”, agrega.
Carmen es una de las 15 docentes que forma parte del “programa piloto de formación de mentores para profesores principiantes” que realiza la UC de Temuco junto con el Mineduc. El proyecto se creó a raíz de un estudio Fondecyt que encuestó a 242 educadores novatos de colegios municipales, subvencionados y particulares para detectar cómo era su inserción laboral. La conclusión: quienes habían tenido un buen profesor guía durante su práctica, tenían más facilidad para insertarse en el trabajo. Por eso, se propuso replicar un modelo exitoso en países anglosajones, donde se ha reducido hasta el 80% la tasa de deserción de docentes (ver recuadro).
Si bien en Chile no existen cifras sobre el número de profesionales que abandona la carrera docente, la investigación internacional señala que una buena acogida en los primeros años es crucial para la productividad y la motivación. “Acá no se tiene ninguna consideración especial con los profesores nuevos, que en sus primeros años de trabajo viven un aprendizaje clave para su futuro ejercicio”, explica Paulina Peña, encargada de la Unidad de Formación Inicial Docente del Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP) y coordinadora técnica del proyecto piloto. Por eso, muchas veces los profesores novatos tienen que hacerse cargo de séptimo básico cuando se han preparado para atender a cursos menores, les entregan a los alumnos más indisciplinados o deben enseñar a leer y escribir en primero básico, todas tareas que en el CPEIP consideran propias de un docente experimentado.
Las tareas más difíciles
Los problemas que deben enfrentar los profesores nuevos son similares en todos los establecimientos. El 63% de los profesores de la educación particular subvencionada y el 57% de profesores municipales y particulares declararon sentir “temor ante lo que otros pudieran pensar de mí”. “La juventud e inexperiencia es algo que los novatos reconocen y encima sus colegas se lo hacen sentir, lo que afecta el autoestima”, explica Pilar Aylwin, integrante del CPEIP e investigadora del estudio sobre docentes neófitos.
La escasez de instancias informativas y de supervisión también afecta a los jóvenes. El 51% de los docentes de la educación subvencionada, 32% de la municipal y 15% de la particular reconocieron que funcionaban en constante situación de ensayo y error. “Era común que llenaran mal el libro de clases, pero nadie les explicaba cómo ingresar la información”, dice Aylwin. Además, ellos señalaban que en aspectos como el manejo de indisciplina grave y el contacto con los apoderados, no habían recibido suficiente formación en el pregrado.
Por eso, estos serán temas fundamentales que cada uno de los 15 tutores deberá abordar con sus discípulos en el trabajo que comienza en abril. Ambos tendrán sesiones de dos a cuatro horas semanales en las que se partirá con una conversación en la que los tutores explicarán su propia experiencia cuando ingresaron a trabajar. Luego, trabajarán juntos las pruebas para los alumnos, la planificación de las clases y el tutor lo acompañará algunas, además podrán medir la evolución de los alumnos. Para ello, los tutores se capacitaron durante un semestre en la UC de Temuco en materias de liderazgo y comunicación estratégica.
Al final del año, la idea es recoger la experiencia para un proyecto a nivel nacional, para que en el plazo de cinco a 10 años se consiga cobertura total. Hasta 2006 había 4.500 profesores principiantes en un universo de más de 17 mil educadores, por lo que hay capital de sobra para capacitar. “Todas las profesiones deberían tener un mentor, pero en educación los errores y aciertos duran para toda la vida”, concluye Carmen Flores.
