La primera vez que Fernando Campos se paró frente al curso recién egresado del Internacional El Alba, les dijo: «Seremos los mejores». Y lo cumplió. En el reciente proceso de admisión a los planteles del Consejo de Rectores, este colegio de clase media de la comuna de Maipú logró el mejor puntaje promedio en la prueba de Historia.
Ahora, cuando ya pasaron todas las felicitaciones y los análisis, este profesor de Ciencias Sociales titulado de la Universidad de Playa Ancha, que enseña la asignatura desde hace cuatro años en el establecimiento en su primer trabajo, ya está pensando en su próximo desafío.
La enseñanza de la historia no es fácil. Requiere de mucha atención por parte de los estudiantes y de un profesor capaz de motivarlos a escuchar relatos que parecen lejanos. Fernando asegura que parte de su éxito se debe a que relata sus clases como si contara anécdotas. Así, con lenguaje informal y tratando de aterrizar los hechos al presente, sus alumnos se quedan prendados al relato. Lo sabe, porque ellos mismos se lo dicen.
Esa es precisamente una de las características de los profesores de la «generación Y»: escuchan a sus alumnos y les dan posibilidades para que retroalimenten las clases. Esta denominación es la que acaba de acuñar un estudio estadounidense a partir de una encuesta realizada a docentes recién egresados de todo el país.
Ellos aseguran que les importa más tener libertad para desarrollar la creatividad en su trabajo que un mejor salario. Cualquier mejoría en sus remuneraciones, prefieren ganársela mediante bonos de desempeño y creen que quienes no hacen un buen trabajo simplemente deben retirarse. No tienen más de 29 años y se caracterizan por contar con un buen manejo de la tecnología, apreciar el trabajo en red y la colaboración online. Y por querer seguir perfeccionándose.
Algo en lo que también coincide este profesor de Historia. Fernando está realizando un curso de inglés y ya terminó un posgrado que le permitirá hacer clases en educación básica, alentado por el colegio.
Una experiencia similar es la que vive María Paz Aldunate, profesora de Historia del Colegio Monte Tabor y Nazaret, que se ubicó entre los 15 mejores de la PSU de este año. Ella trabaja hace dos años y medio enseñando la asignatura a estudiantes de enseñanza media. Tiene 28 años y entre sus aspiraciones están hacer un posgrado en psicología adolescente, para complementar su trabajo en la sala de clases.
Según el estudio norteamericano, más del 80% de los profesores Y cree que si fuera más fácil despedir a los docentes que no hacen bien su trabajo, la profesión mejoraría. En tanto, el 86% asegura que las pruebas tradicionales no permiten un trabajo creativo. Los profesores Y son maestros motivados, con ganas de romper con el molde tradicional del maestro que expone durante toda la clase.
Nuevos métodos
María Paz asegura que «las clases donde no vuela una mosca son un mal indicio». Cree que la sala de clases debe prestarse para la discusión y el diálogo, para que las materias que pueden parecer lejanas se conviertan en experiencias significativas.
Ella se siente parte, efectivamente, de una nueva generación de profesores, más cercana a los alumnos por la poca diferencia de edad. «Uno vivió el mismo mundo que ellos viven. Yo tengo mi adolescencia súper presente y si uno se conecta bien, disminuyes el riesgo de que hagas clases sacadas de contexto».
Según la investigación norteamericana, una de las características más marcadas de los profesores Y es su entusiasmo por la innovación. Algo que Fernando y María Paz tratan de poner en práctica en cada una de sus clases, aunque siempre girando en torno al contenido. Por eso, a las sesiones expositivas se agregan videos, charlas de los alumnos y otras actividades vivenciales.
Por ejemplo, si hay algún estudiante particularmente interesado en un área, Fernando le da un espacio en la clase siguiente para que exponga ante sus compañeros, utilizando tecnología multimedia. Todo esto, enmarcado en su desafío de mantener sus buenos resultados.
La Tercera