Fecha de edición: 01.04.2008
¡Me encanta Chile, su clima es tan parecido al de Marte!, le dijo Jill Tarter con una amable sonrisa. Por ese entonces, Carmen Gloria Jiménez (33) se encontraba cursando su doctorado en didáctica de las Ciencias en la Universidad de Barcelona y se había hecho el tiempo para asistir a la Convención Anual de Profesores de Ciencias. Una de las principales expositoras era Tarter, astrobióloga encargada del programa Seti, organismo asociado a la Nasa que busca vida extraterrestre, y en quien se inspiró la película Contacto.
Carmen Gloria no dudó en acercársele después de la conferencia para pedirle un autógrafo. Y aunque la comparación con el planeta rojo que le hizo la científica no dejó de sorprenderla, ese pequeño diálogo marcó el ingreso de esta profesora chilena a las ligas mayores.
Hoy esta oriunda de Talcahuano es la única latinoamericana que participa en el programa «Profesores en el Espacio» de la Nasa: docentes de todo el mundo que se preparan para tripular un transbordador rumbo a la Estación Espacial Internacional, y realizar desde ahí una clase a sus alumnos mediante videoconferencias.
Duro entrenamiento
Era evidente que la imagen que Jill Tarter tenía de Chile era de un país completamente desértico. Así que Carmen Gloria se dedicó a explicarle algo más sobre el país. Después de algún rato, la científica la invitó a trabajar con ella en el Seti y participar en el programa «Viaje a través del Tiempo», dependiente de la Nasa y que se dictaba en San Francisco, Estados Unidos. Este es un curso para profesores que los convierte en monitores de otros docentes, de modo de prepararlos para hacer clases de ciencia en forma entretenida. Y aunque se trataba de una iniciativa dirigida exclusivamente para profesores estadounidenses, con Carmen Gloria hicieron una excepción.
Mientras estaba ahí, se reabrió el programa «Profesores en el espacio» y sin pensarlo dos veces postuló. En 1986 el programa se había cerrado luego de que el transbordador espacial Challenger explotara a los 73 segundos de despegar desde Cabo Cañaveral (recuadro). Veinte años después, Carmen Gloria es la única latinoamericana en participar, junto con profesores de India, Asia y Europa.
La preparación es exigente, al igual que con cualquier otro astronauta. Son cinco años de una intensa actividad tanto intelectual como física, desarrollada en Huntersville, Alabama. «Realizamos pruebas como meternos a una máquina que gira durante más de 15 minutos o dentro de un avión que baja a gran velocidad simulando la microgravedad del espacio. Todas las pruebas las hacemos después de almuerzo, para acostumbrar el cuerpo a cambios violentos», relata Carmen Gloria. Además, el trabajo diario requiere muchas horas de entrenamiento: «Nos levantamos a las cinco de la mañana, tenemos clases hasta las cuatro y el resto del día sólo entrenamiento».
El alto nivel al que son sometidos los maestros va dejando gente en el camino. De los 250 que comenzaron, 180 pasaron a la segunda fase. Una es Carmen Gloria, quien se encuentra mientras tanto en la Octava Región, dictando talleres de astronomía en la Universidad de Concepción. Allí trabaja con escolares e integra el plantel académico de la Escuela de Talentos.
Los escolares serán los más beneficiados, porque con ellos se comunicará desde el espacio. «Ya empezamos a realizar experimentos. Por ejemplo, tienen que elaborar una hipótesis sobre qué ocurre si se hace girar un trompo en el espacio. Eso es lo que los niños tienen que descubrir», explica.
La Tercera