Columna de Opinión de Claudio Sapelli Economista, académico del Instituto de Economía de la Universidad Católica.
Publicado en La Tercera, 7 de junio, 2006.
El sistema de educación en Chile tiene dos problemas graves: uno de segmentación y el otro de calidad. Sin embargo, ambos están dramáticamente conectados. El problema de segmentación radica en que los alumnos de menor nivel socioeconómico son los que más dificultades tienen para acceder a colegios de buena calidad. Y la dificultad de la calidad reside en que los colegios que educan a los alumnos de menor nivel socioeconómico no son capaces de llevar a estos niños a un mínimo razonable de capacidades.
Nadie discute que el sistema escolar chileno tiene esta debilidad. Sin embargo, dada la crisis evidente a raíz de las movilizaciones estudiantiles, corresponde analizar fríamente, con argumentos técnicos, las decisiones que de verdad posibiliten una corrección del sistema. Hay quienes afirman que no se podría resolver la crisis del sistema escolar sin eliminar el sistema de subvención. Esta propuesta está basada en un diagnóstico erróneo con respecto al origen del problema. El cuello de botella no radica, como se ha planteado, en la existencia de competencia ni de los vouchers. En el caso de Chile es más bien una consecuencia del diseño de la subvención. No tiene que ver con la naturaleza del proceso de competencia en general, sino con los incentivos que provee la subvención actual, que es la que determina qué se premia en dicho proceso de competencia y, por lo tanto, qué hacen los actores involucrados.
Sabemos que el costo de educar al niño está en función de las habilidades que éste trae del hogar. El gasto que es necesario realizar para llevar a ese niño a un nivel determinado de conocimientos es mayor en la medida que sea menor el nivel de esas habilidades que trae de su casa. Eso quiere decir que si el objetivo del sistema educativo es llevar a todos los niños hasta, por lo menos, un mínimo de conocimientos, los recursos involucrados para esta meta debieran aumentar en forma inversa al capital humano inicial de los niños.
El objetivo de aumentar la calidad solamente es posible si el presupuesto replica el costo de educar a cada niño. En Chile, sin embargo, la subvención es fija y, en consecuencia, no va en relación con las características del alumno.
Este diseño no contribuye a una mayor equidad: todo lo contrario, deriva en un financiamiento excesivo para los alumnos con mayores habilidades iniciales y en uno deficitario para aquellos con menores habilidades iniciales. Esta es la clave que está detrás de la segmentación. Con el diseño actual, la competencia se produce por aquellos en
que hay exceso de financiamiento y no por los niños con menores habilidades.
La segmentación y la falta de oferta de educación de calidad para los alumnos de bajo nivel socioeconómico es producto de la subvención fija. Y no de la competencia. Es, entonces, la subvención fija la que lleva a que los alumnos de menores recursos permanezcan cautivos en colegios con menos incentivos para hacer las cosas bien.
En resumen, este debate necesita menos ideología y más argumentos técnicos. De lo contrario, el remedio para la crisis puede ser peor que la enfermedad.