LA TERCERA, Sofía Otero
“¿De qué te va a servir un curso de música para tu carrera?”, le preguntan sus amigos a Cristóbal Ogaz, alumno de ingeniería de la U. de los Andes y asiduo al ramo electivo “De Beethoven a Piazzolla”, donde educa su oído para disfrutar de obras selectas. “Lo que más me atrae es salirme de la rutina científica, me da la posibilidad de no ser tan cuadrado y comparto sala con gente de todas las carreras”, cuenta Cristóbal. Así como él, miles de jóvenes están ampliando sus horizontes académicos con cátedras que están lejos de una mera profundización de su carrera y que les aportan algo más que un simple momento de distracción.
Desde principios de 2000, varias universidades hicieron una profunda revisión de sus ramos electivos y no les gustó lo que encontraron: los alumnos estaban demasiado concentrados en sus carreras tomando electivos sólo de su propia escuela, lo que conducía a una formación muy autorreferente y poco universal.
Es el caso de la Universidad de Chile, donde desde 2002 entró en vigencia un sistema de “Cursos de Formación General” (CFG) con una oferta de 24 ramos semestrales entre los cuales los alumnos deben elegir de cinco y siete de forma obligatoria durante su carrera.
“Nos dimos cuenta de que estaba muy desvirtuada la formación general. Las carreras creaban electivos con temas que habían quedado fuera de la malla, como ‘estadística IV’, por ejemplo. Por eso, decidimos ofrecer estos programas abiertos a todas las facultades, donde cada ramo a su vez está a cargo de varios académicos para analizar los temas con múltiples visiones”, explica la encargada de los CFG, Sara Chauriye. La mayoría de los planteles consideran que la relación con estudiantes de otras áreas se asemeja a la realidad del campo laboral y, por lo tanto, es una ventaja en la formación. De hecho, varias universidades han recibido el feedback de los empleadores, que buscan otras habilidades en los egresados, además del dominio de la disciplina, como cultura general y tolerancia a la diversidad. Algunos electivos también tienen la gracia de sacar a los alumnos del stress de la carrera, como el caso de clase de gástronomia para estudiantes de medicina.
La Universidad Católica también se vio forzada a hacer ajustes en sus electivos. Hasta hace un tiempo, algunas facultades ofrecían cursos especiales para estudiantes de otras escuelas; por ejemplo, Letras dictaba un ramo de literatura para alumnos de ingeniería. “Nos dimos cuenta que a Letras no le interesaba demasiado porque no afectaba a sus alumnos y a los ingenieros les bastaba con su carrera. Nadie sentía suyo el curso y los profesores bajaban las exigencias”, dice el director de pregrado de la UC, José López. Pero desde hace tres años las reglas cambiaron y los estudiantes deben tomar seis ramos ajenos a la disciplina de su profesión.
Si un alumno quiere tomar un ramo de literatura, deberán sentarse junto a un alumno de Letras en un curso que forma parte de la malla de esa carrera. “Creímos que ya estábamos maduros para poner en contacto a la gente en espacios de lenguaje común. Los alumnos se benefician de la mirada ajena, los que vienen de afuera aportan la perspectiva distinta, la pregunta ‘inadecuada’”, concluye López.
Camino a la especialización
Basados en las reformas de educación superior que se viven en Europa, los planteles privados también han decidido dar un giro a la orientación de sus electivos. “Nosotros avanzamos a la luz de la experiencia internacional, donde los electivos dan cuenta de una formación que permite explorar conocimientos sobre sociedad, universo, fuerzas históricas y reflexiones éticas”, dice el director de estudios de la U. de los Andes, Jaime Arancibia.
Los electivos de este plantel, al igual que en la UC y la Diego Portales, ofrecen la posibilidad de sacar una especialización cuando los estudiantes deciden cursar ramos optativos de una misma área de conocimiento.
Pero si bien los electivos pueden ser muy atractivos para los alumnos (ver recuadro), es aconsejable que no se dejen guiar únicamente por el entusiasmo y que sepan planificarse para tomar este tipo de cursos. Según Arancibia, la recomendación es inscribir estos ramos en la mitad de la carrera, cuando el horizonte profesional está más claro. Pero los alumnos no son los únicos beneficiados: “Los profesores deben exigirse al doble para mantenerse actualizados con todos los temas. Conozco casos de docentes que a partir de estos cursos han publicado libros y papers. Los electivos les han permitido aumentar su producción científica”.
Los cursos optativos más populares
”De Beethoven a Piazzolla” (Universidad de los Andes) : Dictado por el director de orquesta Eduardo Brown, el curso busca explicar qué hay detrás de la composición de cada sinfonía. A través de clases de historia, audiciones de música popular y clásica, los alumnos aprenden las relaciones que existen entre cada estilo.
”Astronomía” (Universidad del Desarrollo): Introducción general a conceptos básicos del universo. La cátedra incluye salidas nocturnas de observación espacial para apoyar las materias que se han revisado durante las clases.
”Historia de los poemas de amor”(U. Diego Portales): inserto dentro de los cursos de cultura clásica, los alumnos indagan en la literatura romántica de la mano de Raúl Zurita.
”Euskera y Cultura Vasca” (Universidad de Chile): a cargo de un equipo multidisciplinario de académicos, revisa todas las aristas del País Vasco, incluyendo su gramática, ocio, diversión y estructura familiar.
”Mito y religión en las culturas de Asia Pacífico” (Universidad de Santiago) La idea del curso es reconocer e interpretar la iconografía religiosa oriental y establecer relaciones con sus equivalentes en la tradición occidental.
”Historia del cine: evolución de un lenguaje” (Universidad Católica): Un viaje desde el cine mudo hasta el cine actual. Un recorrido que atraviesa Europa, Japón, Estados Unidos y Latinoamérica hasta llegar a Chile. Un trayecto desde lo gestual hacia lo sonoro y vertiginoso del cine del siglo XXI.