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LA TERCERA. Por Daniela Silva
Cuarenta y ocho niños de un curso de séptimo básico, todos ordenados y bien peinados esperan de pie el “Buenos días, caballeros” de su profesor. La misma frase que oyeron Jorge, Claudio y Miguel, cuando “Los Prisioneros” sólo era un proyecto de banda de estos compañeros del Liceo Municipal Andrés Bello.

Hace más de veinte años que este trío egresó del liceo. Sin embargo, su cábala, cada vez que emprenden una gira, es volver al establecimiento a compartir con los alumnos y profesores. Quizás ésa sea la razón de la sobrepoblación de bandas musicales que existen en el A-94 y tal vez también sea el motor del empeño que ponen los profesores para que sus alumnos no sean parte del grupo de los que sobran y que patean piedras.

En 1996, cuando Los Prisioneros ya habían saboreado el triunfo, las probabilidades de éxito de los estudiantes de su ex liceo eran bastante bajas. Los resultados académicos caían sistemáticamente y el prestigio del otrora Liceo 6 se diluía, mientras que el desorden y las pandillas lo poblaban. Por ello, las autoridades decidieron intervenirlo.

Un equipo compuesto por expertos en educación, liderado por Wilson Retamal, hoy encargado de Educación en la Corporación Municipal, y Luisa Marchant, actual directora del establecimiento, reformuló al liceo desde sus bases. El diagnóstico era claro. Los jóvenes dedicaban poco tiempo al estudio fuera del colegio, no eran capaces de resolver problemas, no entendían lo que leían, no sabían tomar apuntes, tenían mala presentación y eran desordenados. La solución: debían  diseñar un programa de intervención que les enseñara a pensar, les mostrara cómo estudiar y que terminara con el comportamiento negativo.

El primer paso fue extender la jornada, anticipándose un año a la reforma. Luego, después de mucha planificación, crearon tres talleres que se insertan de manera obligatoria en el currículo desde 7° básico hasta 2° medio y cuya nota no influye en el promedio de los estudiantes.

“Aprender a pensar”, “Aprender a aprender” y “Desarrollo personal y social” fueron la expresión de las competencias y habilidades que los estudiantes debían desarrollar para permanecer en el liceo y enfrentar el desafío de llegar a la universidad y al mundo laboral.
Talleres que buscaban modificar los esquemas cognitivos de los jóvenes, mejorando su capacidad de aprendizaje y razonamiento; entregarles técnicas que mejoren su forma de estudiar; y finalmente ayudarlos a conocerse a sí mismos.

Para poder ponerlos en marcha fue necesario no sólo buscar a los profesores idóneos para dirigirlos, sino también partir de cero creando sus propios textos, tarea de la que se encargó el propio Wilson Retamal, quien llegó a elaborar doce textos escolares exclusivos para el liceo. Los libros se costean entre el establecimiento y los padres y quedan en manos de los estudiantes.

Con el cambio de milenio la siembra empezó a cosecharse. En el Simce que rindieron los segundos medios en 2003 obtuvieron 286 puntos promedio, con lo que no sólo tuvieron un alza de 35 puntos respecto al año anterior, sino que quedaron 40 puntos arriba del promedio comunal y 36 puntos sobre la media nacional. En 2004, lograron promediar más de 300 puntos.

En la PSU lograron 550 puntos y casi un 60% de sus alumnos accede a la universidad y vuelve para agradecer lo aprendido en estos talleres.

Lo que se enseña en los cursos

Aprendiendo a Pensar:
El curso de “Aprender a pensar” utiliza juegos de ingenio y diversos ejercicios lúdicos numéricos y verbales para conseguir que los estudiantes modifiquen sus esquemas cognitivos, mejorando su capacidad de aprendizaje y razonamiento.

-El primer mito a derribar es que los profesores enseñen la verdad absoluta y que existen preguntas tontas: la idea es que aprendan a formular buenas preguntas, juicios y críticas.

-Desarrollar las habilidades de observar, comparar, analizar, recoger información, inferir, clasificar, sintetizar y discriminar, a través de entretenidos ejercicios y juegos.

-Utilizar analogías, mejorar la atención, descubrir secuencias, mejorar el pensamiento
hipotético y la creatividad para ponerlo al servicio del aprendizaje.

Aprendiendo a Aprender:
Este taller enseña a los estudiantes diversas técnicas que  mejorarán su forma de estudiar y por lo tanto, de lograr aprendizajes significativos.

-El primer paso es mejorar la velocidad lectora. Comienzan leyendo 300 palabras por
minuto y terminan los talleres con 840.

-Enseñarles a analizar los textos, para que sean capaces de contar con una mejor comprensión lectora.

-Se trabajan estrategias relacionadas con el estudio. Cómo subrayar, cómo tomar apuntes,
cómo resumir eficientemente.

-Aprenden estructuras superiores de la información como los mapas mentales y conceptuales.

-Trabajan la expresión oral y escrita.

-Sientan las bases del desempeño en investigación.

Desarrollo Personal y Social:
El curso los lleva a conocerse a sí mismos y a construir a lo largo de los años un punto de vista personal, que les permita enfocar las distintas  problemáticas del mundo con su prisma individual. Todo complementado con diversas actividades extraprogramáticas, como el taller audiovisual, con radio y canal de televisión interno del colegio, hecho por los alumnos.

-Comienzan aprendiendo hábitos de presentación personal tan básicos como la postura correcta, la forma de comer en la mesa y cómo llamar a la casa de una amiga o polola.

-Luego aprenden a conocerse ellos mismos, a manejar la introspección.

-En 2° medio se reflexionan y discuten diversos temas valóricos, partiendo del punto de vista personal de los estudiantes.


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