El año 1453 se señala como el fin de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna. Ese año ocurrieron dos hechos de gran importancia: la caída de Constantinopla (actual Estambul), capital del Imperio Greco-Bizantino, ante el ejército del emperador de los turcos otomanos Mohammed II, y el fin de la guerra de los Cien años entre Francia e Inglaterra.
Durante gran parte de la Edad Media los conocimientos geográficos de los europeos se limitaron a su propio continente y a las zonas que rodeaban el mar Mediterráneo. Recién con las cruzadas se estableció un contacto con el Oriente, iniciándose un comercio fluido con las islas de Cipango (actual Japón), Catay (China), India y las islas Molucas, entre otras.
Los europeos estaban interesados en sus ámbares, aceites de rosas, almizcles, sedas indias y chinas, perlas, porcelanas, tapices, perfumes, marfil y en las especias, como la canela, clavos de olor, laurel, nuez moscada, vainilla, jengibre y pimienta, que utilizaban para cocinar y conservar los alimentos, especialmente la carne, que ahora podían consumir durante todo el año. Los farmacéuticos compraban opio, alcanfor, resinas y bálsamos. El incienso era utilizado en las ceremonias religiosas.
A medida que aumentaba la demanda de estos productos, se incrementaba su precio. Por ejemplo, la pimienta se contaba grano a grano y su valor era casi igual al de la plata. Los precios también tenían relación con las dificultades y peligros del transporte de estas mercaderías (hordas de salteadores, climas muy fríos, desiertos). Debido a las enormes distancias que había entre el Oriente y Europa, se calcula que por lo menos habían doce intermediarios antes de que los productos llegaran a manos del consumidor.
El aumento del comercio dio prosperidad a los mercaderes y sus ciudades. Los italianos, especialmente los genoveses, lograron un gran poder, ya que controlaban las rutas del Mediterráneo. Algunas familias de negociantes constituyeron extensas redes comerciales, se formaron bancos que recibían dinero en depósito y efectuaban préstamos, aparecieron el pagaré y la letra de cambio, que facilitaban las transacciones de una ciudad a otra.
Con la toma de Constantinopla, se bloquearon las rutas de las caravanas que traían los productos por tierra a través de la península de Anatolia. En tanto, la ruta que llegaba al Mar Rojo estaba controlaba por los árabes y los comerciantes italianos establecidos en el litoral de Egipto.
La escasez progresiva de metales preciosos (oro y plata) en Europa, también hacía necesario encontrar dónde obtenerlos, ya que con estos se fabricaban monedas que se usaban como medio de pago.
Era imprescindible encontrar una nueva ruta hacia Oriente, que permitiera obtener las mercaderías a un precio menor y de manera directa.
Los pioneros
El deseo de descubrir nuevas rutas marítimas impulsó a los hombres a emprender audaces viajes, en el curso de los cuales no solo exploraron mares y tierras desconocidas, sino que también descubrieron dos continentes: América y Oceanía.
Los líderes de esta búsqueda fueron los reinos de Portugal y España, en quienes centraremos este número de Icarito. Con el tiempo, los siguieron Inglaterra, Holanda y Francia.
Portugal, reino ubicado al oeste de la península ibérica y fundado por la casa real de los Capetos de Borgoña, que continuó con una rama ilegítima, la de Avis. Las expediciones portuguesas a África se iniciaron durante el reinado de Juan I, a partir de la conquista de Ceuta en 1415, encabezadas por su hijo, el príncipe Enrique el Navegante.
Las travesías españolas se iniciaron varias décadas más tarde, pero no fueron menos importantes, ya que pese a que llegaron a Asia después, encontraron un nuevo continente en el intento: América. Recién en 1492 se logró la expulsión de los musulmanes de Granada, liberando por completo a la península ibérica del dominio árabe, que duró 782 años. Al unir Granada con los estados cristianos de Navarra, Aragón, Castilla y Portugal, la Corona española estaba lista para aceptar el proyecto de Cristóbal Colón, de buscar una nueva ruta a Oriente viajando hacia el oste.