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Si comparamos los últimos censos realizados en el país, podemos afirmar que la población ha aumentado a un ritmo acelerado.

Según los datos recogidos durante el siglo XIX, Chile solo llegaba a tener 2,7 millones de habitantes, mientras que en 2014 se contabilizaron 18,7 chilenos. De ellos, 9 millones de habitantes corresponden a mujeres y 8,8 millones a hombres.

Para explicar el sostenido aumento poblacional en las últimas décadas, podemos señalar que existen diversos factores que contribuyeron a mejorar la calidad de vida en el territorio. Entre ellas se cuentan la implementación de efectivas políticas públicas de salud (vacunaciones, introducción de nuevos medicamentos, higiene, etc.), mejoras en la calidad de la alimentación de la población, avances en educación, entre otros factores.

También hay que destacar que las cifras revelan que, a pesar de que la cantidad de habitantes del país ha aumentado, en los últimos años el ritmo de este fenómeno ha decrecido. En 1960, nuestro país presentaba una clara expansión demográfica, con indicadores cercanos a 2,5%. Sin embargo, entre 1982 y 1992 el ritmo de crecimiento medio anual de la población fue de 1,6% mientras que entre 1992 y 2002 sólo alcanzó a 1,2%.

Al mismo tiempo, la baja en la tasa de fecundidad y el aumento en la esperanza de vida explican el envejecimiento demográfico que vive nuestra población. Anualmente, la población más joven disminuye, mientras que los adultos mayores aumentan; de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE), 20% de la población es menor de 15 años y casi 15% tiene 60 años o más.

En cuanto a la cantidad de población urbana y rural, el censo de 2002 arrojó las siguientes cifras. Mientras que la población residente en zonas urbanas correspondía a 86,6% del total nacional, la rural sólo alcanzaba al 13,4%. En comparación al censo de 1992, este último indicador disminuyó, lo que significó que 181.674 personas se movilizaron para fijar su residencia de una zona rural a otra urbana.

A lo largo del país, en tanto, la población no se distribuye de forma homogénea. Mientras que en las zonas extremas habita una menor cantidad de personas, en el área centro-sur se ubica gran parte de la población.

Razones históricas como la fundación de las primeras ciudades o la implementación de planes colonizadores explican este fenómeno, así como también la disponibilidad de recursos para la subsistencia o las posibilidades de desarrollo económico de cada zona.

Para medir en cifras la distribución de la población se utiliza el concepto de densidad poblacional. Este se refiere a la relación existente entre la cantidad de habitantes y el espacio que estos ocupan. Por ejemplo, la Región de Aisén es la que presenta una menor densidad con tan sólo 0,8 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que la Región Metropolitana presenta la tasa más alta, con 393,5.