Aunque Alemania sea hoy el tercer país más fuerte en la economía mundial, después de la reunificación debió enfrentar el problema de levantar la economía de su parte oriental. A pesar de los avances conseguidos en la integración económica, este proceso ha sido lento. Esto se debió en parte a que, en un comienzo, en ciertos países europeos, como el Reino Unido y Francia, existió mucha desconfianza. Entre 1991 y 1993, el país entró en un período de recesión. El procedimiento de unificación monetaria debilitó el marco alemán y la diferencia de desarrollo económico entre las antiguas RDA y RFA hizo necesario realizar un traspaso masivo de capital de la parte occidental a la oriental. Esto obligó al Bundesbank (Banco Central) a elevar los tipos de interés y al gobierno a subir los impuestos.
La apertura de la parte oriental permitió constatar el lamentable estado de la economía de la República Democrática, cuyo aparato de producción no servía para encarar la competencia internacional. Por ello, los alemanes orientales tuvieron que afrontar dos desafíos: la dura competencia en el mercado de la Unión Europea, donde eran unos recién llegados, y la pérdida de sus tradicionales socios comerciales en el este. Las importaciones de los Länder del este cayeron del 65% (en 1990) al 48% (en 1992), y las exportaciones, del 78% en 1990 al 52% en 1992.
Privatización de empresas públicas
Un requisito imprescindible para que los nuevos Länder del Este pudieran participar en los mercados internacionales, era desprenderse de las antiguas y pesadas estructuras burocráticas heredadas del régimen comunista y lograr la modernización de su aparato productivo. Con este objetivo se inició un intenso proceso de privatización de empresas, que en el régimen anterior eran de propiedad pública. Para ello se creo, el 1 de marzo de 1990, un organismo público de privatizaciones, el Treuhandanstalt, que abreviado se conocía como Treuhand. El objetivo que tenía el Treuhand era doble: por un lado, vender lo más rápidamente posible las empresas implicadas; por otro, conseguir el mayor número de interesados para así poder imponer determinadas condiciones como, por ejemplo, las que afectaban al empleo.
Se estableció que la venta negociada sería el procedimiento estándar y que, en caso de que no hubiese ofertas aceptables, se procedería a liquidar la empresa. Este organismo tuvo a su cargo 23.500 empresas, de las que: 15.000 fueron privatizadas, 4.500 fueron reprivatizadas a sus antiguos dueños, 500 fueron absorbidas y 3.500 cerradas.