A fines de julio del año 1990, luego de la guerra contra Irán, Irak se encontraba en una pésima situación económica y cargaba con una deuda estimada en ochenta millones de dólares, generada luego de largos años de conflicto con el país vecino. Además, las hostilidades con Kuwait se habían acentuado, producto de la decisión de ese emirato de rebajar el precio del barril de petróleo a 14 dólares, mientras que Irak pretendía incrementarlo de 18 a 25 dólares. Por otro lado, Irak reclamaba de Kuwait el pago de más de 2 mil millones de dólares, como compensación por el petróleo que, según decía, el emirato le había robado de la zona de Rumalia durante la guerra con Irán.
Pero no eran estos los únicos aspectos que hacían rivalizar a Irak con Kuwait. También estaban antiguos problemas fronterizos, por los cuales Irak retomó la soberanía sobre las islas de Bubiyán y Warbad, ubicadas frente a la costa kuwaití. Asimismo, para presionar a Kuwait, el día 25 de julio dispuso la ubicación de tropas fuertemente armadas en su frontera con el emirato.
Todas estas medidas tomadas por el Presidente iraquí, Saddam Hussein, gatillaron una situación de fuerte tensión en la región del Medio Oriente. El Presidente de Egipto, Hosni Mubarak, actuó como mediador, y luego de varios intentos logró que el 31 de julio Irak y Kuwait conversaran en una reunión efectuada en Arabia Saudita. No obstante, al día siguiente se suspendieron las negociaciones, sin lograr ningún tipo de acuerdo. La noche de ese mismo día, alrededor de 100 mil efectivos militares iraquíes fuertemente armados invadieron Kuwait en un ataque relámpago. La ocupación tardó apenas tres horas, y obligó al emir Jabir Al Ahmad Al Sabahy a su gobierno a huir y refugiarse en Arabia Saudita.