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En agosto de 1936, el ejército de Franco, procedente de Marruecos, conquistó las tierras de Mérida y Badajoz. A continuación, dirigió sus esfuerzos hacia el norte, donde los aviones alemanes bombardearon la ciudad vasca de Guernica en abril de 1937.

En octubre de ese mismo año, Franco dominó toda la zona industrial -Bilbao, Santander, Gijón y Avilés-, lo que ya suponía la obtención de una ventaja decisiva.

El gobierno republicano decidió pasar a la ofensiva en dos frentes, con el objetivo de impedir esa superioridad de los nacionalistas en el norte.

En el frente madrileño tuvo lugar la batalla de Brunete (julio de 1937), en la que, después de una encarnizada lucha, vencieron las tropas de los sublevados.

La otra batalla se libró durante el mes se agosto en Aragón, donde los republicanos intentaron recuperar la ciudad de Zaragoza; la ciudad de Belchite fue tomada por el ejército leal en septiembre, tras un asedio de varios días. La ofensiva, no obstante, tropezó con la tenaz defensa de las tropas nacionalistas y no aportó al gobierno republicano ninguna ganancia sustancial. Ambas batallas fueron costosas en vidas humanas y revelaron el gran defecto del ejército popular republicano: su incapacidad para mantener una ofensiva inicialmente afortunada.

Donde los republicanos desplegaron su ofensiva más eficaz fue en la batalla de Teruel, emprendida el 15 de diciembre de 1937. La ciudad fue atacada por un ejército de más de cien mil hombres y obligada a rendirse. Sin embargo, Franco logró recuperarla en febrero de 1938, tras una fuerte contraofensiva que culminó en la batalla de Alfambra.

Luego, el Caudillo emprendió el avance hacia el Mediterráneo. Entonces cometió un error estratégico, al decidirse por el difícil ataque a Valencia en vez de dirigirse a Cataluña. Para socorrer a Valencia, los republicanos atacaron atravesando el Ebro, el 24 de julio de 1938. En los tres meses que duró la campaña, las líneas republicanas fueron cediendo frente a los reiterados contraataques de su enemigo. Finalmente, los nacionalistas vencieron y avanzaron hasta la desembocadura del Ebro.

La campaña nacionalista en Cataluña fue relativamente fácil. En enero de 1939, el ejército de Franco entró a Barcelona, lo que provocó una huida masiva de republicanos hacia la frontera francesa. Tras la pérdida de Cataluña, la obstinación en continuar la resistencia por parte de los comunistas y del Presidente de aquel entonces, Juan Negrín, causó profundos desacuerdos políticos en el bando republicano. El 4 de marzo, el coronel Segismundo Casadodio un golpe de estado contra Negrín e inició los trámites para la rendición. El día 28 de ese mismo mes, las tropas nacionalistas hicieron su entrada en Madrid, encontrándose con una ciudad exhausta y duramente castigada por el hambre. Tres días después se declaró concluida la guerra civil.

¿Sabías que?

Se calcula que en España murieron entre quinientos mil y un millón de personas en los tres años que duró la guerra civil (1936-39)


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