Ya te contamos que el Estado está al servicio del hombre y tiene como fin la promoción del bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones necesarias que permitan a todos los ciudadanos alcanzar su realización espiritual y material. El Estado puede adoptar distintas denominaciones, según se clasifique teniendo como referencia su estructura y su soberanía. De acuerdo a su estructura se divide en: simple o unitario y federal o compuesto.
El Estado simple o unitario es aquel donde existe solo un centro de poder, ejercido a través de órganos encargados de diferentes funciones. Las personas obedecen a una sola Constitución y la organización política abarca a todo el territorio nacional. La administración puede ser ejercida de manera centralizada o descentralizada, entendiendo por esta última, la forma que tiene el Estado de hacer más eficiente su funcionamiento. Ejemplo: Chile. Con el mismo fin, a veces se otorga personalidad jurídica y atribuciones expresadas en la ley, con patrimonio y responsabilidad propia a organismos involucrados indirectamente con el poder central (empresas del Estado).
El Estado federal reconoce varias fuentes originarias de poder político, debido a su descentralización administrativa y política: una que corresponde al gobierno central y otra que es propia de los gobiernos regionales, actuando de forma coordinada pero independiente cada uno. Ejemplo: Estados Unidos.
De acuerdo a su soberanía se divide en: vasallo, protectorado, y estado independiente.
El estado vasallo es aquel que se encuentra sometido a otro estado. Un claro ejemplo, fue la India que hasta su independencia se encontraban bajo dominio inglés.
El protectorado es la situación de un estado que está bajo la protección de otro estado, especialmente para todo aquello que concierne a relaciones internacionales y seguridad. Ejemplo de ello es Puerto Rico y las Guayanas.
El estado independiente es un estado cuyo gobierno no está sometido al control de ningún otro estado. Un ejemplo de esto es Chile.