Con el nombre de Revolución Industrial se conoce una serie de tres revoluciones parciales iniciadas a mediados del siglo XVIII y que terminaron por alterar en profundidad el carácter de la sociedad europea. Los cambios que produjo fueron irreversibles y modificaron en forma definitiva las estructuras sociales y económicas previas (las del Antiguo Régimen).
La primera de ellas fue la Revolución Tecnológica, que introdujo el uso de maquinaria en los procesos productivos industriales. Se la considera el hito más destacado de la Revolución Industrial, pues con ella se aumentó en forma considerable el ritmo de producción y el volumen de bienes manufacturados.
En forma paralela se produjo la Revolución Agrícola, caracterizada por la utilización de nuevas técnicas, como la rotación de cultivos, el manejo científico de especies ganaderas y la mecanización de ciertas labores, que incrementaron los rendimientos.
Por último, está la Revolución Demográfica. La mayor disponibilidad de alimentos mejoró las condiciones generales de alimentación. Los avances de la medicina y de la higiene, por su parte, disminuyeron las tasas de mortalidad, en especial la infantil. Se produjo, entonces, un notorio crecimiento de la población europea, que pasó de 187 millones en 1800, a unos 400 millones en 1900.
El país donde por primera vez se produjo esta acumulación de cambios fue Inglaterra; los niveles de producción y progreso alcanzados por esta nación serían pronto imitados por el resto de las potencias europeas; pero estas no lograron los niveles ingleses por la incorrecta o incompleta combinación de los factores. Así es que, hablar de los factores de la Revolución Industrial es hablar del caso inglés.
¿Sabías que?
- En los países en que triunfó la Revolución Industrial la estructura social y económica preexistente quedó transformada.
- El taller artesanal fue sustituido por la fábrica, y la vida, centrada antes en lo rural, pasó a ser eminentemente urbana.