En las fases previas a la revolución industrial se realizaron diversos avances en los medios de transporte. Además, se dieron facilidades al comercio, aboliendo las aduanas interiores, trazando canales fluviales, exclusas, carreteras de peaje construidas por las industrias; pero fue una nueva fuente de energía, la de la máquina a vapor, la que jugó el papel de mayor trascendencia en el transporte. Esta fuerza también influyó en los barcos, pero donde más se hizo sentir fue en el ferrocarril.
Política imperialista
Los efectos de todos los cambios anteriores se manifestaron en campos muy distintos. Por un lado, las potencias europeas que se industrializaban empezaron a buscar territorios que les pudieran proveer de las materias primas necesarias y que, al mismo tiempo, se convirtieran en mercados para colocar sus producción. Esto llevó al desarrollo de una política exterior imperialista y expansionista que se hizo sentir en todo el mundo, pero en especial en África y Asia.
Por otra parte, empezó a desarrollarse una serie de problemas de carácter social. La migración campo-ciudadse hizo evidente, y estos nuevos contingentes humanos que llegaban a las urbes engrosaban las grandes cantidades de cesantes que había originado la introducción de maquinarias en las industrias. Todo ello conllevaba una presión sobre los salarios, que tendían a reducirse debido a la gran oferta de mano de obra. Esto, a su vez, provocó que mujeres y niños se vieran forzados a emplearse por bajos sueldos para ayudar al sostenimiento de sus familias.
¿Sabías que?
Muchos historiadores hablan del período comprendido entre los años 1880 y 1914 como el de “la segunda revolución industrial”, dada la magnitud del desarrollo industrial experimentado por el mundo.
