Además, el espíritu crítico y racionalista de la Ilustración le sirvió a los criollos para reclamar sus derechos frente a la monarquía.
La posibilidad de los criollos más cultos, de acceder al conocimiento de las principales obras de filosofía política producidas por pensadores de la Ilustración, como El espíritu de las leyes, de Montesquieu; El contrato social, de Juan Jacobo Rosseau, y la Enciclopedia francesa, les sirvió como estímulo para reflexionar en torno a los derechos del pueblo frente a la monarquía, el poder de los reyes y el papel de las colonias dentro de los imperios.
El imperio español tiembla
Debido a los tratos que el rey de España, Carlos IV, y su primer ministro, Manuel Godoy, tenían con el emperador francés Napoleón Bonaparte, mediante los cuales permitieron a este último entrar en su territorio con sus tropas, con el pretexto de invadir Portugal para castigarlo por haber roto el bloqueo impuesto a Inglaterra, principal enemigo de Francia, se produjo un motín que obligó a abdicar a Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII.
Napoleón aprovechó esta situación para dominar el país y, luego de convocar a la familia real, logró que Fernando VII devolviera el poder a Carlos IV, y este, a su vez, lo traspasara al emperador francés. Desde ese momento, la familia real quedó prisionera, y Napoleón asignó a su hermano José Bonaparte el título de rey de España e Indias.
La ausencia del rey provocó una reacción en los súbditos españoles, y los llevó a organizar juntas locales encargadas de gobernar mientras Fernando VII se encontraba en cautiverio, situación que posteriormente obligó a unificar esta acción en una sola Junta Central instalada en Sevilla, la que fue reemplazada por el Consejo de Regencia de Cádiz. Este organismo invitó a los reinos americanos a enviar representantes a él.
Los liberales españoles tenían ideales claros respecto de la forma de gobernar, por lo cual querían establecer una Constitución que limitara el poder del rey, crear un Congreso y asegurar los derechos de los individuos. Las Cortes de Cádiz cumplieron esto con la dictación de la Constitución de 1812, a cuyas disposiciones debería atenerse Fernando VII al reasumir el trono. Con este hecho se pasaba de una monarquía absoluta a una monarquía constitucional.
Al principio, en América no se dudó en mantener la fidelidad al rey, incluidos los criollos. Pero los españoles no tenían intención de modificar las estructuras sociales y económicas de las colonias, generando decepción en estas, las que comenzaron a considerar una ruptura con España.