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Nació en Santiago, el 27 de diciembre de 1858. Sus estudios los realizó en el Instituto Nacional y cursó leyes en la Universidad de Chile, titulándose de abogado el 5 de mayo de 1879. Después de recibirse, se dedicó a operaciones mercantiles y bursátiles, actividades gracias a las cuales formó su fortuna.

Ingresó por primera vez a la Cámara como diputado propietario por Coelemu, en el período 1888 a 1891; integró la Comisión Permanente de Elecciones, Calificadora de Peticiones.

Durante cinco períodos desempeñó el cargo de consejero de la Caja de Crédito Hipotecario y Caja de Ahorros, distinguiéndose por su acierto en el manejo de los negocios. Fue electo presidente después de una reñida lucha con su opositor, Javier Ángel Figueroa Larraín, en las elecciones de 1915. En 1920, entregó el mando a Arturo Alessandri Palma. Murió en Santiago, el 16 de julio de 1930.

Ámbito social

La presión social y la crisis económica demandaron del Congreso y del Ejecutivo la aprobación de algunas leyes sociales que beneficiaron a los obreros y a ciertos sectores de la clase media. Por iniciativa del conservador Alfredo Barros, se aprobó el 30 de diciembre de 1916 la ley sobre accidentes del trabajo, seguida por las de descanso dominical y de salas cunas, promulgadas en enero del año siguiente.

Luego se promulgó la ley sobre retiros y previsión social para los trabajadores de ferrocarriles, y en 1919 se creó la Junta permanente destinada a mediar en los conflictos laborales.

Un gran paso en la educación

En junio de 1916, el Congreso aprobó una ley que autorizaba a Sanfuentes invertir hasta 10 millones de pesos en edificación de escuelas. Con esta suma se levantaron 29 escuelas rurales, 20 escuelas urbanas y ocho grandes escuelas con capacidad para más de 400 alumnos.

También se creó la Universidad de Concepción, siendo su primer rector Enrique Molina Garmendia. Además, en 1918 fue aprobada una ley que contemplaba el auxilio fiscal para la alimentación de niños pobres que estuvieran aprendiendo a leer y escribir. Sin embargo, el más importante progreso en materia educativa de esta etapa lo constituyó la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria y Gratuita, propuesta por Darío Salas, y que fue promulgada en 1920.

La agitación social

Durante el gobierno de Sanfuentes la agitación obrera continuó y los conflictos sociales siguieron en el centro del debate, llegando a su punto más álgido en las postrimerías de su mandato.

Esto se debió a que las leyes sociales dictadas solo resolvieron algunos aspectos muy puntuales de una situación que requería una reforma mayor. Además, la eficacia de estas leyes fue muy discutida, como en el caso de la ley de la silla (1915), llamada así porque disponía que en los lugares donde el trabajo se realizara de pie, debía existir un asiento para descansar.

Impacto de la revolución rusa

La revolución rusa de 1917 tuvo enorme resonancia entre los anarquistas y organizaciones obreras chilenas, consolidando su postura revolucionaria. En 1919 constituyeron una federación que se asoció a la organización estadounidense International Workers of the World, más conocida como IWW. Más tarde, la Federación Obrera de Chile (FOCH), se afilió a la Internacional Sindical Roja, con sede en Moscú, y el Partido Obrero Socialista se transformó en Partido Comunista, formando parte de la Tercera Internacional Comunista.

El poder de Sanfuentes

Entre los años 1901 y 1915, Sanfuentes fue figura central y decisiva en la política. Durante ese período, en que el parlamentarismo alcanzó su cúspide, hizo y deshizo gabinetes. Sólo dejó de hacerlo cuando él mismo asumió la presidencia.

El origen de su poder nacía de su conocimiento de los hombres, de su hábil manejo, de la sagacidad para cambiar de rumbo apenas los vientos soplaban en otra dirección.

Un ejemplo de su poder se vio reflejado en que, cuando se nombraba un nuevo ministerio, Sanfuentes ya estaba empezando las maniobras para derribarlo. Eso sí, no era con el afán de obstaculizar y molestar la gestión de los gobiernos de la época. Al contrario: siempre que se le pidió, dio su colaboración, claro que nunca sin interés.

Su casa, llamada la «Casa Azul», era su cuartel general. Allí urdía zancadillas, interpelaciones, cambios de gabinete y muchas otras triquiñuelas de la vida diaria del parlamentarismo chileno.

La rotativa ministerial

Como fue característico en el parlamentarismo, la rotativa ministerial también estuvo presente en el gobierno de Sanfuentes. Su primer ministerio, dirigido por Elías Balmaceda, cayó en menos de un mes. La censura al ministerio provino del diputado Maximiliano Ibáñez, quien advirtió que censuraría cualquier ministerio de Sanfuentes. Sin embargo, Sanfuentes, en una de sus jugadas políticas, lo invitó a presidir su gabinete. Aceptó, y con el consentimiento de la Alianza. El motivo de esta jugada era una elección complementaria de un senador y se requería un ministerio imparcial. Triunfantes en la elección, los aliancistas se retiraron del gobierno. Sanfuentes intentó, entonces, otra jugada: trajo a dos liberales a su gabinete ministerial, sin que estos hubieran consultado con su partido. El liberalismo, furioso, lo censuró en la Cámara Alta, donde tenían la mayoría.

Intentó otra vez su fórmula de liberales  en un gabinete coalicionista, solo para ser censurado de nuevo, pues se acercaban los comicios parlamentarios de 1918. Para enfrentar la elección se creó un ministerio universal, el cual estaría indemne de censuras por integrarlo todos los presidentes de los partidos. Pero las luchas dentro del ministerio terminaron matándolo.

La banda presidencial

Durante el siglo XIX existió la costumbre de que los presidentes de Chile se pasasen unos a otros la misma banda presidencial; pero esta tradición se rompió para el traspaso de mando de 1915, ya que, a última hora, se dieron cuenta de que la banda presidencial del pequeño presidente saliente, Ramón Barros Luco, no podría ajustarse al presidente electo, Juan Luis Sanfuentes Andonaegui, debido a su tamaño, que se acercaba a los dos metros, por lo que debieron fabricarle una banda nueva.

Fin del gobierno

En medio de las tribulaciones políticas llegó a su fin el gobierno de Juan Luis Sanfuentes. Hasta ese momento, nunca un presidente fue más abucheado en la entrega de mando. Se cuenta que manifestantes le siguieron de regreso a su casa gritando y vociferando en su contra.

No prometió nada y, pese a ello, entregó un país, si bien desquiciado en lo político, al menos con una economía más fuerte que cinco años antes.

Se retiró a su hogar, se alejó de la política y vivió en su fundo Camarico en compañía de su esposa, Ana Echazarreta.