El lenguaje tiene distintas funciones dependiendo de la intencionalidad o propósito de quien emite un mensaje, quien centra la intención comunicativa en la reacción del receptor. Así, diariamente, solicitamos, damos gracias, expresamos emociones, hacemos mandatos, sugerimos, aportamos ideas, etc., y cada uno de estos actos cumple distintas funciones del lenguaje.
Si el emisor señala lo que siente, la función es emotiva o expresiva. Si se quiere dar una orden, se asume la función apelativa o conativa, etc.
Ahora bien, un acto comunicativo no se limita a cumplir solo una función sino que muchas veces ampara dos o más. Es el caso de de los siguientes ejemplos:
Ejemplo: ¡Por fin me trajeron lo que esperaba!
Función referencial y emotiva, entrega información y emoción del emisor.
Ejemplo: ¡Esa palabra no lleva acento, cumpa!
Función metalengüística, apelativa y emotiva, posee contenido del lenguaje, entrega una orden o recomendación con cierta emotividad.