La biología se ha desarrollado a lo largo del tiempo gracias a los aportes de notables investigadores que dedicaron su vida al estudio de la naturaleza. Entre los más destacados se encuentran los filósofos griegos Anaximandro y Aristóteles. Este último fue el más grande naturalista de la Antigüedad, estudió y describió más de 500 especies animales; estableció la primera clasificación de los organismos que no fue superada hasta el siglo XVIII por Carl Linné.
Se considera a Aristóteles como uno de los primeros biólogos, dado que se dio a la tarea de clasificar unas 500 especies de peces, entre otros animales.Sistematizó el reino vegetal dividiéndolo en dos grandes grupos:
Plantas con flores
Plantas sin flores (estas serían: musgos, helechos, algas, hepáticas, etc.)
Generación espontánea
La Generación espontánea es una teoría sobre el origen de la vida. Aristóteles propuso el origen espontáneo de peces e insectos a partir del rocío, la humedad y el sudor. Explicó que se originaban gracias a una interacción de fuerzas capaces de dar vida a lo que no la tenía con la materia no viva. A esta fuerza se le llamó entelequia.
La teoría se mantuvo durante muchos años; Johann B. van Helmont en 1667, la mejoró y la estudió.
La teoría de la generación espontánea en los términos que fue planteada por Aristóteles fue refutada por un experimento del químico Louis Pasteur.
Anaximandro
El filósofo griego Anaximandro (610-546 a.C.) sostuvo que el mundo no fue creado repentinamente, y que los vertebrados, incluidos los seres humanos, descendían de los peces. Contrariamente, para Platón (427-347 a.C.), las cosas y los seres vivos respondían a una idea o esencia inmutable, como las sombras que pueden producir en el fondo de una caverna objetos que están en un mundo inaccesible fuera de ella. Su discípulo Aristóteles (384-322 a.C.), en cambio, más que en reflexionar sobre esencias invariables, se interesó por clasificar a los organismos vivos. Los organizó en forma ascendente, del más simple al más complejo, como sobre una escalera en la que cada peldaño estuviera ocupado por uno, pero su scala naturae (en la denominación de sus traductores al latín) era inmutable: no admitía cambios en los organismos ni movilidad.
Si bien la concepción de Aristóteles, casi siempre unida a la idea cristiana de la Creación, dominó el pensamiento científico durante siglos, la noción de Anaximandro de que las especies sufren cambios constituye el corazón de la teoría evolutiva moderna.