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Nicanor Molinare

Muchos de los clásicos de la música típica chilena se deben al compositor Nicanor Molinare. El músico nació en Santiago el 15 de julio de 1896, pero a temprana edad fijó su residencia en Punta Arenas, ciudad en la que vivió hasta 1934 y donde ejerció varios oficios, particularmente en los despachos de aduana del puerto. Nuevamente en Santiago, tomó clases de música en el Conservatorio Nacional con el prestigiado profesor Aníbal Aracena. Se transformó, así, en un importante cantante y compositor de música popular chilena en las décadas de 1940 y 1950.
Entre sus aportes se puede mencionar el desarrollo de la tonada, género al cual incorporó piano y bandoneón, que se unió ahora al tradicional acompañamiento de guitarras, dándole así un sonido urbano inédito hasta aquel momento. Nacieron así canciones como “Oro purito”, que obtuvo el 2° premio en los concursos de Radio Cooperativa y de la casa de música Casa Amarilla; “Cura de mi pueblo”, grabada para RCA Víctor por el afamado cantante mexicano Juan Arvizú; y “El hierbatero”, tonada que grabaron Los Cuatro Huasos para el mismo sello, y que difundieron por radio Agricultura entre 1938 y 1940 junto a canciones como “Yo no pongo condiciones” y “Palomita callejera”.
Asimismo, introdujo el género de copuchas a la música típica. Las copuchas son canciones humorísticas donde se cuentan, irónicamente, sucesos contingentes. Por radio Nuevo Mundo, en la década de 1940, las copuchas se presentaban dos veces por semana.
Además de ser artista exclusivo de RCA Víctor, tuvo una importante participación en el desarrollo del cine chileno. Uno de sus más importantes aportes fue la interpretación, el año 1939, de las canciones de la película Dos corazones y una tonada, y la composición de la música para la película Y qué más da, del año 1940, donde participaba Juan Arvizu.
Su música fue grabada principalmente por RCA Victor y se publicó en Chile, Argentina y Perú editada por Casa Amarilla, Casa Wagner y Southern Music International.
Murió el 25 de octubre de 1957, dejando para la posteridad, además de las ya mencionadas, canciones clásicas como “Chiu Chiu”, “Galopa, galopa” y “Mantelito blanco”, entre muchas otras.

Francisco Flores del Campo

Ciento ochenta canciones y la música de tres obras teatrales, entre ellas el clásico «La pérgola de las flores», conforman la herencia artística de Francisco Flores del Campo.
«Su otro gran legado, el piano y sus partituras, se las dejó como gratitud a Valentín Trujillo, quien le escribió todas las canciones que él creó, porque mi tío no sabía escribir música, pues todo lo hacía por oído» cuenta Perla Aguirre, la sobrina del recordado compositor nacional.
Ella quiere mantener latente el recuerdo de él, de ahí que esté presente en todos los eventos que tengan relación con su figura.
Por eso fue a la conferencia de prensa en que se informó de la reposición de «La pérgola de las flores» y entregó a los jóvenes protagonistas de la nueva versión notas y reportajes hechos al famoso creador musical, ya fallecido.
«Para que así ellos sepan quién fue él y el significado que tuvo dentro del ambiente artístico» explica.
«Yo no quiero que pase al olvido -agrega Perla Aguire-, porque, en el caso de «La pérgola», se tiende a hablar más de quien escribió el guión (Isidora Aguirre) que de quien hizo la música, más aún si él ya no está vivo».

Prolífico

Perla Aguirre afirma que su tío fue un prolífico creador musical, cuyas canciones figuran en las voces de famosos cantantes.

Así sus boleros «Sufrir», «Niebla» y «Agonía» quedaron registradas por Pedro Vargas, Leo Marini, Lucho Gatica, «Los Quincheros», Fernando Torres y «Sonia y Myriam», entre otros. Su inolvidable «Caballo blanco» fue grabado por Harry Belafonte y Nana Mouskouri. Y quien no ubica los alegres compases de «Yo quiero tener un bote», que, entre otros, cantó Mario Clavel.
También escribió la música para tres obras teatrales «La señora de la Plaza Brasil», «Los siete espejos» y «La pérgola de las flores». Por supuesto, por esta última aún sigue recibiendo regalías no sólo de Chile, sino también del extranjero, como Argentina, México y España donde este montaje fue presentado con gran éxito (en Argentina hasta se hizo una película).
«Yo creo que él se sintió muy cómodo haciendo esa música para «La pérgola» porque, de algún modo, el vivió y conoció mucho de esa situación. Y creo que su principal virtud fue el saber retratarla bien» expresa con orgullo Perla.
Francisco Flores del Campo, además, incursionó en el cine. Participó en la película «El día que me quieras», de Carlos Gardel, aparte de otras pequeñas actuaciones en otros filmes. Siempre lo llamaban para colaborar «y él nunca decía no».
«El era un auténtico bohemio, que le gustaban compartir con amigos, cantar, reír y disfrutar sanamente de la vida. Le encantaba ayudar a la gente del medio que hacía arte. Por eso dejó muchos amigos y un recuerdo imborrable en muchas personas» cuenta Perla Aguirre, quien siente verdadera veneración por su tío.
Algo semejante experimentan todos quienes aman la tradición chilena, por eso «Pancho» Flores es una de las figuras más homenajeadas en los escasos tributos que alguna vez se les rinden a los grandes valores nacionales de la música popular (12-09-96).


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