Es una pregunta que ronda entre estudiantes, profesores y expertos: ¿Por qué Chile se llama Chile? Aunque parece ser una pregunta simple, la mayoría tal vez ni siquiera se lo ha cuestionado alguna vez.
La respuesta a esta interrogante no es sencilla ni categórica, como se podría esperar. Las versiones son múltiples. Cronistas e historiadores al parecer no lograron aunar criterios ni datos, lo que se tradujo en diferentes teorías sobre el origen del nombre de esta larga y angosta faja de tierra llamada Chile.
Fue el 30 de julio de 1824, cuando el entonces director supremo, Ramón Freire, firmó el decreto que puso el nombre oficial a esta nación de Sudamérica. Su nombre oficial: Chile.
Por qué Chile se llama Chile
Empecemos por Juan Ignacio Molina, conocido como Abate Molina. Notable figura intelectual chilena y autor de obras como el «Compendio de la historia geográfica, natural y civil del reino de Chile», y del «Ensayo sobre la historia natural de Chile», según su versión el nombre de Chile vendría de trih o chi, palabra mapuche con la que se llamaba a un pájaro que tenía unas manchas amarillas en sus alas.
Para el cronista del siglo XVIII, Diego de Rosales, la denominación de nuestro país proviene del nombre del cacique que gobernaba el valle del Aconcagua hasta la invasión de los incas, todo esto antes de la llegada de los españoles.
También se relaciona con los incas la versión del historiador Ricardo Latcham. Dice que la palabra Chile se debe a un grupo de indios mitimaes traídos por los incas, quienes venían desde una región de Perú donde había un río bautizado con ese nombre.
Entre las teorías anónimas destaca aquella que dice el origen sería aymará, ya que el inca Tupac Yupanqui habría dado esa denominación a las tierras conquistadas al sur del imperio inca, hasta el valle del Aconcagua. Según esta teoría el nombre derivaría de la palabra chilli, que significa confín, ya que Chile habría sido el último lugar del imperio para los Incas.
Aparte de estas versiones, lo más probable es que existan varias otras que han alcanzado menor difusión. El punto es tener claro que no hay una verdad absoluta, por lo que te puedes elegir la versión que consideres apropiada.