El director de cine japonés Akira Kurosawa, con Rashomon (1951), ganó el gran premio del Festival Internacional de Cine de Venecia, dando a conocer al resto del mundo el cine de su país. Lamentablemente, esto llevó a ciertos productores y directores a plagiar al propio Kurosawa en dos ocasiones, con Los siete samurais (1954), que en Estados Unidos se llamó Los siete magníficos, de John Sturges, seis años más tarde, y con Mercenario (1961), con la que Sergio Leone realiza sus western.
El cine japonés se ha caracterizado por la hermosura de sus producciones, con una fotografía caracterizada por el original empleo del color. Algunas de las más destacadas fueron: Cuentos de la Luna pálida de agosto (1953), de Mizoguchi; La puerta del infierno (1954), de Kinugasa; La sombra del guerrero (1980), de Ram (1985); Los sueños de Akira Kurosawa (1990); La balada de Narayama (1983) de Shoehi Imamura o las películas de Nagisa Oshima, como El imperio de los sentidos (1976).
